afuera

Recuerdo que no estuve solo. Recordaré que no he estado solo. Salvo, miento: hablo, hablo. Como acontece a toda palabra. Como lo es para toda palabra capaz de comenzar.

Hablo, yo hablo. Veo en duda con pensamiento. Pensar que abre la boca para recordarse: recuerdo bajo un cielo que llamo cielo. Pongo en duda, y me es sueño la calma recomenzada. Y me es sueño, yo sueño, la morosidad de mi deseo. Hablo, hablaré.  Quietud masiva. Un tiempo, tiempo guarda todavía, empieza a cavar su ruido. Como un túnel hacia mí: como un naufragio que pone a prueba lo recibido.

Recordaré que no he estado solo. Estrecho el afuera, estrecho mío, calma mía envolvente: punto mío para envolver. Mirar para suprimir las causas, mirar para este cuerpo no cerrado. Interior, no me acostumbro. Interior sin costumbre: prenda y censura que ha dejado de tener un vigor tranquilo.

Afuera mío, afuera dejado: afuera no conocido. Tal vez hoy sea tu primer día público. Estrecho es afuera, y la nada ha pulido sus flancos. Ya está todo hecho, ya estuvo todo hecho, ya se ha hecho todo, no queda para ser creado. ¿A qué viene todo esto? Estrecho también el tiempo, hoy es tu cumpleaños. Estrecha la medida que no tiene la gracia de equivocarse. Recuerdo, he sido recordado. Ahora me recuerdan: ¿quién?, ¿qué?

Narrador no injuries.

Ahora recuerdo, recuerdo que algo por decir queda. Escucha mi mensaje: cansado de los poemas, cansado de los libros, cansado de las ciudades, de los perros y sus collares, cansado de los hombres, cansado de la humanidad, cansado de las palabras que se repiten, de los poetas sin poesía, de los libros y sus deposiciones. Muerte, deseo la muerte, deseo la muerte de todos. Pero deseo la muerte cuando todo es magnífico, sin que uno solo diga, pida la palabra, cuente la palabra, tase la palabra. Que ese uno solo diga: me pasa lo que me pasa, cuento lo que diré, diré lo que nunca ha sido contado. Que ese uno solo diga, ¡salvo para mí!

Botón

Los versos más tristes, los versos más rencorosos, sobre nuestras mesas los versos, los versos y su amargor, los versos y su queja, pero los versos expuestos en antros, los versos sin pasado, sin cadena.

Ya no oculto, puntúo mis tumbas, mis tumbas cuando lo quiera, con la existencia de un lenguaje que me sea fiel, con la sustancia de una labiada que consuma sus fuegos, sus ramas, sus techos parpadeantes de soles. Y con la vieja reserva, templo de la nada. Con el reservante patio de fiestas, ¡cambio del alma! Versos, versos para la nada, versos en los que no se dice nada.

¿Qué hubo constante que no llegué a comprender? ¿Qué agua niña, límite de mí mismo, que no hice serenar sobre mi teja? ¿Y qué tesoro sin moneda sembró entre los hombres, lo que de ahora en adelante, soberano, sereno desdén, pronto cae en deslíe? Edificios sin adoquines. Templos y palomas que ocupan las calles: sacrificios, mil destellos que ocupan lo que interrumpe. Un suspiro, afuera un suspiro. Afuera, propiamente dicho. Como cuando en las orillas del mundo veo, frágil veo, lo que el reiterar de la luz, sombra luz sombra sombra sombra luz luz, ofrece a mi abandono. Pulular y brillo de angustia: angustia que reposa en mi silencio de afuera.

Abro la boca. Temo, tiemblo: entre bocas temblando tiemblo. Temiendo, tiemblo, temblando. Tiempo: no una palabra sobre la altura, no una palabra, sino una palabra distinta, ya acostumbrada a lo que pueda callarse en las mudanzas. Yo mismo, para mí mismo, cambiado y expuesto, en mí mismo, sostenido. Y acto seguido la muerte, el sacrificio: no miro nada. Permanezco ciego. Miré con ojos de ella: más de cien ojos en el vacío. Ojos entre el vacío y la plenitud del vacío. Me hice ella. Más allá del sueño, y en noche. He preparado una visión de mí mismo. No era nada, me he preparado: para cuando muera y no me vea. ¿Quién me asustó tanto? Mitad cotidiano, mitad en anonimato. (Tiemblo, tiemblo, tiemblo, tiemblo, tiemblo, tiemblo: temo.) Aquello está entre ambos: entre lo que soy y ese otro mí.

Estrecho el afuera, visible lo invisible, exento de patria. Lenguaje sobre el afuera, lenguaje de nadie. De todo fuera. Fin y postura de fin: cada riguroso insecto, cada quilla de un rayo de sol. Me vestí a son de arena, luz de arena, cruda arena incesante. O me desvestí, mitad arena sumida, mitad recuerdo: hundiéndome en mi recuerdo. La arena: tomo y tomé un baño. Mitad cuerpo taciturno. Tomé y tomo, fuentes del poema, mitad hombre de manos desnudas, mitad corazón, todavía, como la huella justa a mi alcance. ¿De qué huella? ¿De qué espacio? ¿Y tierra, y lenguaje, y murmullo ahuellado? Hay punto, el misterio exhibe sus pisos.

¿Y quién fue el monstruo que dijo que el poema sólo habla de la muerte? Muero porque quiero vivir.

Deseo de ser nube

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Hay un niño en esta historia: y soy yo. Para llegar a esta conclusión la historia debe inventar primero un pretexto: el de una búsqueda. Y ello porque hoy los pretextos crecen como hierba entre dedos descalzos.

Empiezo. Quedan, pues, advertidos.

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Alguna vez fui niño. Fui más joven de lo que soy ahora. (No, no es así, me confundo: ha de ser la edad cuando queda sólo la edad para razonar. Debería decir que cierta vez fui niño. Debería decir Era niño.)

Escribo que fui niño en el momento en que leo lo que acabo de escribir. Escribo buscando un pretexto para seguir buscando. (Enredado, eso espero. Enredado como ha quedado la hierba entre mis dedos.)

No es solamente ser niño por decir soy niño. No es precisamente el hecho de ser joven lo que me hacer niño. Es el hecho de poder encontrarme con el niño que fui, que soy, cada vez que recuerdo que no es de niños actuar como niños: que lo más común es ver a los adultos actuando como niños.

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Alguna vez seré adulto. Seré más viejo de lo que soy ahora. Creeré saber algo: lo real es que la edad que tenga será mi argumento.  Creeré que ser adulto es el paso que necesitaba para ser y conseguir lo que he querido siempre. Puede que sea así: pero es como si en la niñez hubiera sabido mejor lo que quería ser y lo que quería conseguir. Y entonces es como si ninguno de los puntos pudiera encajar. Lo que quiero ser puedo conseguirlo quizás  en un punto en que al parecer he olvidado lo que quería ser.

Así que algunas veces me doy el gusto de no saber hacia qué voy y para qué. Todo eso que solía llamar juego.

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No es que crezca y me convierta en adulto por el resto de mi vida. Soy todo a la vez: niño y adulto, hombre y mujer. Mi brazo izquierdo y todo aquello que lo ha formado. No puedo dejar de ser niño, a menos de que deje de ser lo que me ha formado. ¿Qué sería jugar a ser tierra? ¿Qué sería jugar a ser lo que uno es y ha sido: mujer, agua, luz, madre, padre, estrellas? Puede decirse de otra manera: alguna vez volveré  a vivir como si fuese la primera vez.

Bamos Vien

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Escribir: ¿qué es escribir? ¿Quién puede escribir? Quién puede que dependa de un qué. Así que me permito decir que  todos.

Escribe quien quiera escribir.

Todos y todas escribimos.

Pueda que no se escriba porque insistentemente se dice lo que es escribir, sobre cómo se debe escribir. Olvidando o dejando de lado el deseo que me hace escribir.

Quiero escribir. Necesito escribir.

Pero puede que mi deseo, puede que mi necesidad necesite ayuda para superar lo que se supone todo el mundo es escribir: correctamente.

Voy a suponer que la escritura escribe lo que dice la vida escribir.

Lo que dice la vida de quien vive quiere escribir.

Entonces me pregunto: ¿hay acaso una sola manera de escribir? ¿Hay acaso una sola manera correcta de vivir? ¿No existen acaso varias vidas metidas en ocasiones en una sola persona?

Varias escrituras para varias vidas.

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Personalmente ofrezco en mis clases, aunque para ello debería suponer que soy profesor olvidando tal vez que sigo siendo alumno, cientos de maneras de escribir para que sean ellos y ellas los que decidan cómo escribir: luego sí se habla de maneras correctas de escribir.

Primero el deseo o bien la necesidad: luego sí lo que se supone siempre ha estado al principio.

De allí el título del periódico.

Puede que lo primero siempre haya quedado a lo último, puede que necesitemos hablar de lo que necesitamos y luego sí lo que los demás dicen que necesitamos y queremos.

Primero la vida, nuestras vidas: luego sí las reglas.

Primero el deseo, la necesidad, la vida que digo mía por estar viviendo.

En este periódico se ha intentado introducir una diversidad de medios de expresión que permita a los lectores y lectoras explorar lo que sea aquello de la libertad, de la individualidad, de la comunidad y la convivencia, de la alegría, de la creatividad y no simplemente de la palabra como palabra seguida de puntos, comas y tildes.

No desde lo que pienso debe ser el mundo: desde lo que es el mundo por vivirlo.

Para que luego, en un intento, ir ganando poco a poco ese espacio que para y en los demás afirmo como mis pensamientos.

Sobre el presente

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Patria es lo que hacemos en la infancia. Lo que vayamos a hacer más adelante es una repetición de lo que hicimos cuando fuimos niños. Si hablo en nombre propio es porque quiero ahora ser los demás: quiero que lo que me hace hombre hable a través de mí porque cada átomo que me hace ha hecho a todo lo demás. Lo que me ha hecho hizo y es el universo entero. Y creo yo que lo que hagamos a la humanidad es lo que hacemos con nuestros niños. ¿Qué hemos estado haciendo con ellos y ellas para que sea necesario nombrar un día reconociendo algo que debería ser obvio? Día del niño, día de la mujer, día del hombre, día del agua, día de la paz. Y así sucesivamente. Lo que pido y quiero hoy es que sea natural lo que es natural: que nos amemos los unos a otros, que cumplamos lo que en público decimos de amarnos los unos a los otros. Creo en la alegría, creo en la importancia de compartir y estar para el otro. Creo en las palabras, como creo en el amor que se vuelve vida y pide la vida. Pero ahora: también se hace vuelo. Vuela grulla.

¿Qué haremos con los que han dejado de ser niños? Es aquí, quizás, donde las ideas, la poesía, las palabras y los actos de quienes son el presente, no el futuro de la humanidad, deben nacer y empezar a mostrarse.

Ahora habla presente: ¿qué tienes para ser dicho?

tenías razón

En la fiel repetición de los mismos errores se encuentra la redención a través de la consecución de un estilo individual. Purgatorio.

*

*

Poesía. Agua. Residuo. Creer. Amor. Pérdida. Escucha: espera. Mira.
Ahora mira.

Así eran las vidas, el residuo de otras vidas. Escucha.
Ahora escucha.

Tenías razón, puedes creerlo. La tenías: y ahora esto. Estas cosas, esto que ha quedado. El recuerdo, o los recuerdos: quiero decir. O quiero decirte, quiero decir. Se acaba. Y ahora hay esto, que es lo otro, definitivamente. Digo que es esto, pero para ti es lo otro. Voy a creerlo.

Empieza. Ahora empieza.
Si me convirtiera en pájaro.
Si yo fuera, si fuera.
Si fuera árbol.
Si caminara.
Si dijera, si hablara. Si pudiera oír.

¿Lugar? ¿Fecha? Yo no sé nada de eso.
No sé nada. Yo, nada.
Yo no sé si debo extrañarte pero lo hago.
Te extraño.
Yo no sé si debo llamarte pero lo hago.
No lo hago.
Yo no sé, yo llamaba. Ahora es pronto. Yo, yo te.
Al menos sé lo que no sé, sé que éste soy yo,
el que no sabe si extraña.
El que extraña lo que mira y es él el mirado.

Éste soy yo, sólo éste, de lo que mirado
hace lo extraño: una maravilla que es rueda.
Yo, de lo extraño que deja de hablar. Dejó de hablar.
Yo no sé la fecha, yo no sé el lugar,
porque mientras la rueda gira,
puede que quiera ser el de antes,
que sabía y anduvo y estuvo y era.

Yo el que anduvo sabiendo lo que sube y
mientras sube se enreda. Y es niebla.
Hace niebla. Luego viene la primera palabra
y nos separa. Y para ti misma sea yo el que
se vuelve extraño. Y es por seguir,
y es la disciplina de no saber cuándo.
Y es este hombre nuevo
que queda, el que no sabe
si debe extrañarte pero lo hace.

Ya casi. Casi termina.
Soy pájaro.
Soy, no lo soy.
Soy árbol.
Camino.
Digo, hablo. Oigo, escucho.
Escucha esto, ¿por dónde?, cuando estuve.

Ahora es pronto para la niebla,
quiero decir, estar donde había
estábamos. Porque no sé tampoco
si me sigo siendo extraño
y en la rueda me quiera ver
mientras bajo.

Así son las vidas, el residuo de otras vidas.
Escucha. Ahora escucha.

Acaba. Ahora acaba.

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serie renacimientos

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Desde hace un tiempo exploro de nuevas maneras, o vuelvo sobre lo mismo de nuevas maneras: o aprendo lo mismo de distinta maneras. En todo caso: reaprendo. Este proyecto, junto con el dibujo, nació hace poco. Es como si lo que comúnmente fuera la obsesión de mis ideas, de la maña de mis expresiones, fuera hecho por la parte de atrás. En todo caso: otros caminos para lo mismo.

Me ha dado ahora por llamarlo «renacimientos», porque son eso. De dónde viene, dónde debe ser ubicado lo que ha sido vivido. (¿Dónde para el ahora?) Porque bien puede ser que de nuestra vida deba volverse a escribir la historia con cada año, con cada generación a fin de hacerla comprensible a esta «nueva» persona que la compone.

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Se trata de hacer imágenes. (¿De volverse imagen?) Este es el primero: noise.

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por favor, no ahora ya no

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Comienza bajo los ojos. Creo recordar que la muerte comienza bajo los ojos. Comienza bajo los ojos. Creo recordar que la muerte llega al sueño con estruendos a algo que solo tiene que ver con la muerte.

Ahí estás tú llenando mi sueño con gotas tuyas. Estás tú. Luego.

Estás tú. Ya no.

El universo pálido. Como tú, no ya no. Como yo. Yo. Para sueño pesadilla vaciando la realidad. Vuelta.

Fui yo, yo soy quien: seré quien fui, hasta cuando ya no quiera oír lo que fui, hablar con el que ya no soy.

Vuelta al transporte: actualidad.

Yo escribiendo esto.

Ahora, ahora yo.

¿Solo esto?

Solo esto, con una voz de fragmentos de espejo. No ya no.

Fragmentos de vidrio.

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Esfuerzos por traer a este mundo el Haiku

(Bosquejos)

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Hay algo que personalmente me ha llamado la atención del Haiku: algo que resalta sin que al parecer un solo proceso mental se vea involucrado. El Haiku trata sobre la transparencia, no sobre la verdad. El Haiku trata sobre el rocío, sobre el rocío cayendo: no trata sobre las causas que lo hicieron posible.

Transparencia, no verdad. Este es el supuesto, la primera información que recalco, y  que sirve de entrada, y como puerta batiente, para lo que sigue a continuación.

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Festival Haiku: poesía visual

Se trata de una forma de estímulo que toma como dominio y campo de acción a la juventud, no a los jóvenes. Pregunta: ¿juventud y no jóvenes? Porque quizá a la juventud se accede y para la cual no es suficiente la edad. Hay que ser joven, hay que empujar la puerta y entrar de lleno a ella. No se es joven por la edad: a la juventud se accede por otros caminos.

Quisiera que la primera preocupación del Festival Haiku fuese esa: la juventud, ¿qué caminos nos llevan a ella?

El Haiku debería ser capaz de invadir a los habitantes, a los jóvenes, para que ellos mismos sean los autores de las obras. Digo habitantes, porque lo interesante sería poder romper el espacio habitual de las letras, de la poesía, e invadiera, como invade la maleza, como invade un río desbordado el espacio de tránsito de toda persona en el ámbito del colegio.

De este modo las tapas que guardan la poesía, que guardan los Haiku, no son otros que el modo en que seremos capaces de vestir los salones, los pasadizos, los baños, el comedor, las coordinaciones, las oficinas de administración, las tiendas, los escalones, las gradas, los árboles, el lago, las fuentes, e incluso los uniformes de los niños y profesores con  todas estas obras.

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Objetivo

Quizá la velocidad sea unos de los factores más arraigados en nuestra sociedad. Cuando queremos algo, lo queremos sin pausa, evitando con ello el proceso y el camino que nos ha llevado a la conquista de lo que queríamos. Porque la velocidad hace que lo que queremos pase sin mediaciones al pasado: lo que queremos ya no lo queremos al momento siguiente. Del querer al queríamos.

De ahí el consumo, la conexión a los mecanismos electrónicos que pareciese una sinfonía que nos envuelve: y también nos aísla. Y puede que la fábula de Robinson Crusoe nos resulte un relato encantador de fuerza y de constancia, pero hoy en día tal fábula nos resulta más bien dolorosa. No necesitamos perdernos en una isla para estar solos: basta conectarse, encender el Ipod, acomodarse los audífonos.

Es por ello que no es nada fácil, para nosotros y para ellos, entender la significación del Haiku, que ofrece una visión del mundo muy distinta a la que conocen y conocemos. Y si se quiere realizar un esfuerzo semejante a través de la lenta, parsimoniosa, conquista de lo que nos rodea a través del Haiku, es porque se pretende llegar a ese otro mundo y que esto logre ser una experiencia que los enriquezca y nos enriquezca.

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Procedimiento

Pienso que no existiría necesidad alguna de efectuar un trabajo de investigación acerca de la cultura japonesa: eso llega. Pienso que no existiría necesidad alguna de relacionar al Haiku como hijo de la cultura japonesa, pues si lo que se quiere es empapar a los niños con el Haiku, habría que recalcar que es posible en cualquier cultura, que es hijo de esta cultura y que es hijo de esta necesidad que nos rodea: volver a mirar. Contemplar.

Uno – El inicio del Festival debería contener la idea de que el Haiku no es nuevamente una propuesta académica que rinde frutos únicamente como tema del periodo y su consecuente parcialización a través de las notas. Que la poesía inunde al colegio requiere de parte de los profesores que sean capaces de detenerse en sus clases, de dejarlas de lado, y conversar de lo más pequeño, por cuanto más lejos se ven las cosas, cuando nos esforzamos por mirar a lo lejos, más se generaliza y nuestra vida y lo que nos rodea se vuelve una abstracción, un concepto.

Hagamos de nuestras clases algo más y algo menos que una clase: un individuo parado al frente que va llenando recipientes. Hay que terminar con la educación esquemática que nos han ido implementando y que nosotros mismos implementamos. Hay que acabar con la figura del profesor y del alumno: esa nefasta dialéctica mediante la cual el que está al frente enseña y el que está sentado aprende: esto no es así.

Luego de esto, valdría la pena hacerse y tratar de responder estas preguntas:

-¿cuál y qué es la realidad en el país que estamos viviendo?

-¿qué propuesta innovadora tenemos en ese proceso de formación?

-¿qué papel tiene la educación en el escenario actual?

Personalmente puedo decir que el campo se abre una vez damos los temas y le damos plena autoridad prepositiva y creativa a los niños. Que no seamos nosotros los profesores, sino nuestros niños los que responden y asimilen los temas. Seamos guías y no jueces.

Dos – Valdría la pena reavivar la lectura en voz alta. Que existiesen jornadas donde se leyera en cualquier espacio del colegio en voz alta. A la lectura se inicia por cualquier lado, para ir llegando a la comprensión y lectura de famosos poetas. Porque leer en voz alta es perder el miedo y la repelencia que causa la lectura. Si se lograse un hábito semejante conseguiríamos lo que persigue cualquier política y promoción de la lectura: que se lea. Leer en voz alta en cualquier lugar del colegio es volver la figura del lector una figura pública. Sin necesidad de polémica preguntaría: ¿a cuántos de nosotros los profesores han visto leer los niños? Es porque siempre leemos privadamente, como si la lectura fuese un pecado. El colegio brinda el suficiente escenario para leer recostado en un árbol.

Tres – Luego que vengan las imágenes. Se realizarían caminatas por el colegio con el fin de establecer un contacto directo, de trazar un puente con el entorno natural que, aunque sea muy próximo y conocido, muchas veces está muy lejos de las miradas de los niños, porque básicamente nos acostumbramos a ver un colegio con un lago y una cascada: existiría la necesidad de romper la monotonía, de combatir la rutina de ver el colegio como siempre lo hemos visto: como un lugar normal y no excepcional.

A través del contacto con la naturaleza y del debido canje de nuestra rutina por nuevas emociones, los niños pueden observar y ver aspectos de la misma que le podrán servir para escribir sus propios Haiku.

Porque el Haiku rompe la monotonía del día a día, del lunes a viernes. El reino del Haiku nos brinda un nuevo reino, no uno afuera, sino uno que reside en nosotros mismos: volver a mirar lo que nos rodea.

Durante la caminata se intentaría buscar y hacer el silencio, para ir fotografiando cualquier elemento que después pueda ser motivo de creación poética. Luego de esto, se iniciaría el proceso de escritura.

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En definitiva, y para concluir, lo que se intenta con el Haiku es hacer naufragar durante unos instantes, o por momentos, el mundo al cual están los niños, y estamos los profesores, envueltos y acostumbrados: un mundo urbanizado, inmediato y altamente tecnológico, por un mundo simple, pero amplio, representado en el Haiku.

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+

no anochece

En otras palabras.

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Sigamos las indicaciones. Me veo desde mi propia ventana, seamos justos, la conversación de un pelo largo, dedos pequeños, o simplemente la conversación, las caricias, o simplemente el dormir abrazado, esto es mirar también, a alguien, en alguien, quien ha dado aliento tan tibio, quien me ha dado turno, quien tiene para mi disposición, para mi juego, su vida, su cuerpo, su alma, hasta los tobillos, para lo que es una baratija pase a otro medio, por otras manos, se trastorne en la mirada, y de inicio a una nueva aventura, todo por el primer contacto de una sombra junto a su cuerpo. ¿Será posible?, podría ser una aventura más. Le daría comienzo, necesitaría un ojo, una historia en la cama, puliría mis comienzos, pondría mis condiciones, hasta podría ser amado. Y eso era lo que buscaba cuando me dije en el hielo «Estáte tranquilo». ¡Qué vuelta! ¡Qué evolución de mis viejas costumbres ha sido este nuevo fin de raya! Trataré de estar a la altura, tendré un cuerpo para pararme en el medio. Será mi único medio de conocerme: de conocer y saber lo que ha estado pasando hasta este punto en que voy a encontrarme con un cuerpo que no es mío.

Sobre la tierra está

La entrada es un lugar sin puerta, un lugar expuesto. Las puertas sólo interrumpen. Ser uno mismo ovillo significa ser predecesor y antecesor, generándose, pasándose, como en pleno día en las tablas de arcilla, el joven novio. Países de una silla colgada, tocando el suelo con el talón. Aquí era. La primera mujer desnuda. Ser uno mismo el ovillo, las ciudades en ruinas, las hojas de bronce, cuando todos los seres nos arrastran a cavar nuestro ruido. El más largo camino, la más senda más escarpada, los insectos más inundados, en el espacio, en el truco más reducido, uno mismo. Luego vienen los mayores olores bajo las palmeras. Ser uno mismo el laberinto, el ovillo, una piedra que cae, una concha.
El tipo de ovillo, el vuelo de una grulla. La piedra que cae.
Dejar es dejar la oscuridad. Salir de la escalera. Aquí está cerca, muy cerca. Último escalón.

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¿Quién está ahí? ¿Quién se encuentra ocupando un sitio? ¿Quién tiende la mano? ¿Quién comparece? ¿Quién toma mundo? ¿Quién dice hay mundo? Viste el mundo por primera vez, lo viste ocupar un lugar, lo viste mantener el lugar de siempre: no te has preguntado porqué el mundo sigue haciendo lo que ha venido haciendo. Viste el mundo tal día a tal hora, pero de nada de eso te acuerdas, es un recuerdo que nunca estuvo, y ahora lo ves detenido y no recuerdas que antes de eso, antes de la variación de luz, el mundo se movía, y no estaba al alcance de la mano. Esto, al parecer, es muy usual.
Un despejar.