libros leídos: lecturas anotadas

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Y a veces me sorprendo pensando en la lista de los libros que he leído, y la memoria empieza su ruedo de piezas por encajar, empieza su agua que suda de tanto echar memoria. Y no puede, y no puedo, Señor Juez, decirle, darle el parte completo, hablarle puntualmente, título tras título de los libros que he leído.

Soy incapaz.

Lo que le puedo decir, palabra, es que siempre he tenido un libro, leyendo un libro, un libro cerca para cuando todo se acabe, es decir, el día lunes, o el día martes, siempre voy leyendo, siempre, siempre, ni siquiera cuando escribo dejo de leer, por más de que Nietzsche siempre me haya contagiado de la idea de que cuando se escribe hay que dejar de leer, para no dar lugar al contagio.

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pensamientos

que salen a

la superficie

como una

herencia poco

grandiosa.

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Y a veces me pasa que me veo criticando las listas de libros leídos, el conglomerado de libros leídos. Y me burlo, y chiflo la manía de anotar lo que fue leído. Pero entonces vuelvo y considero, y creo que me engaño, y me voy de manos diciendo que es inservible. Cuando lo más saludable es recordar lo que se leyó. Tal recuerdo hace que la lectura del libro que hice continúe.

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Lo tendré en cuenta: más bien es mi manía de decir no cuando todos dicen .

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Lo que empezó como una anécdota, «ay, la ñoña haciendo su lista de lecturas», terminó en un sentimiento, una posición y un pensamiento que van hacia el futuro: un nuevo futuro invadido.

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Paisaje.

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Esfuerzos por traer a este mundo el Haiku

(Bosquejos)

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Hay algo que personalmente me ha llamado la atención del Haiku: algo que resalta sin que al parecer un solo proceso mental se vea involucrado. El Haiku trata sobre la transparencia, no sobre la verdad. El Haiku trata sobre el rocío, sobre el rocío cayendo: no trata sobre las causas que lo hicieron posible.

Transparencia, no verdad. Este es el supuesto, la primera información que recalco, y  que sirve de entrada, y como puerta batiente, para lo que sigue a continuación.

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Festival Haiku: poesía visual

Se trata de una forma de estímulo que toma como dominio y campo de acción a la juventud, no a los jóvenes. Pregunta: ¿juventud y no jóvenes? Porque quizá a la juventud se accede y para la cual no es suficiente la edad. Hay que ser joven, hay que empujar la puerta y entrar de lleno a ella. No se es joven por la edad: a la juventud se accede por otros caminos.

Quisiera que la primera preocupación del Festival Haiku fuese esa: la juventud, ¿qué caminos nos llevan a ella?

El Haiku debería ser capaz de invadir a los habitantes, a los jóvenes, para que ellos mismos sean los autores de las obras. Digo habitantes, porque lo interesante sería poder romper el espacio habitual de las letras, de la poesía, e invadiera, como invade la maleza, como invade un río desbordado el espacio de tránsito de toda persona en el ámbito del colegio.

De este modo las tapas que guardan la poesía, que guardan los Haiku, no son otros que el modo en que seremos capaces de vestir los salones, los pasadizos, los baños, el comedor, las coordinaciones, las oficinas de administración, las tiendas, los escalones, las gradas, los árboles, el lago, las fuentes, e incluso los uniformes de los niños y profesores con  todas estas obras.

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Objetivo

Quizá la velocidad sea unos de los factores más arraigados en nuestra sociedad. Cuando queremos algo, lo queremos sin pausa, evitando con ello el proceso y el camino que nos ha llevado a la conquista de lo que queríamos. Porque la velocidad hace que lo que queremos pase sin mediaciones al pasado: lo que queremos ya no lo queremos al momento siguiente. Del querer al queríamos.

De ahí el consumo, la conexión a los mecanismos electrónicos que pareciese una sinfonía que nos envuelve: y también nos aísla. Y puede que la fábula de Robinson Crusoe nos resulte un relato encantador de fuerza y de constancia, pero hoy en día tal fábula nos resulta más bien dolorosa. No necesitamos perdernos en una isla para estar solos: basta conectarse, encender el Ipod, acomodarse los audífonos.

Es por ello que no es nada fácil, para nosotros y para ellos, entender la significación del Haiku, que ofrece una visión del mundo muy distinta a la que conocen y conocemos. Y si se quiere realizar un esfuerzo semejante a través de la lenta, parsimoniosa, conquista de lo que nos rodea a través del Haiku, es porque se pretende llegar a ese otro mundo y que esto logre ser una experiencia que los enriquezca y nos enriquezca.

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Procedimiento

Pienso que no existiría necesidad alguna de efectuar un trabajo de investigación acerca de la cultura japonesa: eso llega. Pienso que no existiría necesidad alguna de relacionar al Haiku como hijo de la cultura japonesa, pues si lo que se quiere es empapar a los niños con el Haiku, habría que recalcar que es posible en cualquier cultura, que es hijo de esta cultura y que es hijo de esta necesidad que nos rodea: volver a mirar. Contemplar.

Uno – El inicio del Festival debería contener la idea de que el Haiku no es nuevamente una propuesta académica que rinde frutos únicamente como tema del periodo y su consecuente parcialización a través de las notas. Que la poesía inunde al colegio requiere de parte de los profesores que sean capaces de detenerse en sus clases, de dejarlas de lado, y conversar de lo más pequeño, por cuanto más lejos se ven las cosas, cuando nos esforzamos por mirar a lo lejos, más se generaliza y nuestra vida y lo que nos rodea se vuelve una abstracción, un concepto.

Hagamos de nuestras clases algo más y algo menos que una clase: un individuo parado al frente que va llenando recipientes. Hay que terminar con la educación esquemática que nos han ido implementando y que nosotros mismos implementamos. Hay que acabar con la figura del profesor y del alumno: esa nefasta dialéctica mediante la cual el que está al frente enseña y el que está sentado aprende: esto no es así.

Luego de esto, valdría la pena hacerse y tratar de responder estas preguntas:

-¿cuál y qué es la realidad en el país que estamos viviendo?

-¿qué propuesta innovadora tenemos en ese proceso de formación?

-¿qué papel tiene la educación en el escenario actual?

Personalmente puedo decir que el campo se abre una vez damos los temas y le damos plena autoridad prepositiva y creativa a los niños. Que no seamos nosotros los profesores, sino nuestros niños los que responden y asimilen los temas. Seamos guías y no jueces.

Dos – Valdría la pena reavivar la lectura en voz alta. Que existiesen jornadas donde se leyera en cualquier espacio del colegio en voz alta. A la lectura se inicia por cualquier lado, para ir llegando a la comprensión y lectura de famosos poetas. Porque leer en voz alta es perder el miedo y la repelencia que causa la lectura. Si se lograse un hábito semejante conseguiríamos lo que persigue cualquier política y promoción de la lectura: que se lea. Leer en voz alta en cualquier lugar del colegio es volver la figura del lector una figura pública. Sin necesidad de polémica preguntaría: ¿a cuántos de nosotros los profesores han visto leer los niños? Es porque siempre leemos privadamente, como si la lectura fuese un pecado. El colegio brinda el suficiente escenario para leer recostado en un árbol.

Tres – Luego que vengan las imágenes. Se realizarían caminatas por el colegio con el fin de establecer un contacto directo, de trazar un puente con el entorno natural que, aunque sea muy próximo y conocido, muchas veces está muy lejos de las miradas de los niños, porque básicamente nos acostumbramos a ver un colegio con un lago y una cascada: existiría la necesidad de romper la monotonía, de combatir la rutina de ver el colegio como siempre lo hemos visto: como un lugar normal y no excepcional.

A través del contacto con la naturaleza y del debido canje de nuestra rutina por nuevas emociones, los niños pueden observar y ver aspectos de la misma que le podrán servir para escribir sus propios Haiku.

Porque el Haiku rompe la monotonía del día a día, del lunes a viernes. El reino del Haiku nos brinda un nuevo reino, no uno afuera, sino uno que reside en nosotros mismos: volver a mirar lo que nos rodea.

Durante la caminata se intentaría buscar y hacer el silencio, para ir fotografiando cualquier elemento que después pueda ser motivo de creación poética. Luego de esto, se iniciaría el proceso de escritura.

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En definitiva, y para concluir, lo que se intenta con el Haiku es hacer naufragar durante unos instantes, o por momentos, el mundo al cual están los niños, y estamos los profesores, envueltos y acostumbrados: un mundo urbanizado, inmediato y altamente tecnológico, por un mundo simple, pero amplio, representado en el Haiku.

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Opciones de entrada, y de salida

Discurso de Despedida Año Lectivo

Familia, profesores, amigos

Empecé a escribir esto hace poco, con la reciente emoción de haber terminado algo, con la esperanza de pasar a algo nuevo. Para mí se está creando una atmósfera de incertidumbre inexplicable, sólo calmada por el sueño de lo venidero. Pretendo ser casi totalmente sincera al relatar mi historia reciente de los últimos tres años hasta hoy. Digo casi, no por la intención de mentir, sino por la real incapacidad de recordarlo todo. Soy de las personas que cuando hablan de sus recuerdos los confunden con sueños, deseos y pasiones exageradas.

La vida para mí es un lapso de tiempo indefinido, en el cual lo más importante es descubrirse a uno mismo, experimentar, probar y conocer cosas nuevas. Para mí la vida en este momento no sé ni qué significa, digamos que en este momento estoy en un trance, en estado de pausa, estoy en coma. Creo que estas son las palabras que definen la adolescencia. En estos últimos años sólo he estado pensando, no sé que lado coger, no sé a qué masa pertenecer, peor aún, no sé si quiero pertenecer a la masa. Esto me lo he empezado a cuestionar y ahora estoy al término de un año. Y lo digo en nombre propio simplemente por la fuerza argumentativa, porque sé muy bien que no soy la única que se encuentra al término, a punto de pasar a algo nuevo.

Es por eso que pienso tanto en mí, que soy tan observadora, tan pensativa y que analizo tanto a la gente y también es por eso que tengo la misma incógnita desde hace tres años, no sé qué camino coger, no veo que ninguno de los tantos que hay me traiga beneficios. Pero, alto.

Entrar en la adolescencia, una tarea heroica:

Extrañamente en esa época, al inicio, en Séptimo, no tenía mayores problemas, porque a pesar de no tener problemas gigantes (por lo menos que recuerde) sufría por mis frecuentes y aún habituales confusiones existenciales, tal vez por las hormonas o quizá por mala suerte.

Y quedan recuerdos, y son recuerdos de agradecimiento los que me quedan. Agradecimiento hacia todas aquellas personas que me permitieron ser la que hoy en día soy. Recuerdos de agradecimiento, porque estoy segura que ese espacio y ese encuentro de formadores me acompañarán hasta el momento en que de nuevo empiece a construir la persona que quiero ser. Es por ello que aparte de la papelería, de las menciones y de las felicitaciones lo que me llevo es quizá lo que en futuro conserve: el recuerdo de lo que me han entregado y me han dejado aquí.

La invitación queda: quiero molestarlos para que balbuceen un simple cómo, un mudo por qué, pues esa es quizá la meta que como personas y como seres vivientes más nos importa: llegar a saber por qué somos lo que somos. Es aquí donde reside la importancia y el recuerdo de estos tres años de cambio. Gracias amigos, gracias personas, gracias profesores.

Última recomendación:

Con nuestras costumbres, con nuestras psicosis y paranoias por alguna razón existentes, preferimos aceptar que el tiempo continúa sin que en realidad algo pase, sin que algo vaya más allá de lo enteramente evidente. Quizá porque la casi invisible familiaridad tal vez sea una reacción a lo ya vivido, a lo conocido, y sea también miedo al cambio, a lo que va a pasar a continuación. Pero basta volver la mirada a lo vivido, a un anhelo, a una experiencia que viene desde la más lejana infancia, para que los primeros pasos, los primeros que se olvidan casi por completo, los que nos indican y que como pequeños reflejos nos instruyen sobre el autoconocimiento. Y eso es finalmente lo que importa, lo que me han enseñado y lo que quiero mostrar a los que me rodean.

La recomendación es a no olvidar por completo, pues son esas primeras experiencias las que nos formaron y las ignoramos totalmente, ¿cómo podemos olvidar nuestras bases? ¿Por qué todo se empieza a volver tan irrelevante? ¿Por qué estamos condenados a olvidar? No, no lo estamos. No estamos condenados a repetir.

Somos capaces de aprender.

Gracias.

(con) asunto

Hace algún tiempo les pedi a mis estudiantes que escribieran una serie de cartas con el fin de que aprendieran a traspasar el tiempo, que aprendieran a evitar la seriedad del presente y fueran hacia el futuro: ese sitio inseguro e incierto al que llegamos. La actividad sirvió mucho, es bueno saber que siguen siendo las personas y sus sentimientos los que elaboran y pueden viajar en el tiempo. En ése entonces yo no escribí las cartas. Que no se repita. Dejo una sola.

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Andrés, hermano, ¿sigue ahí? Usted sí que no cambia, usted es el verdadero Ajover. No me preocupa perderlo, no me preocupa que en un escaso tiempo usted se haya convertido en otro, en aquello que más detesta. Porque usted es la persona más sincera y honesta que he conocido. Los sueños y sus propias ideas es lo único que le importa: y ahora le importan más porque sin haber llegado a establecer una relación duradera y extensa con otros ha descubierto que esas ideas y que esos sueños le interesan a otros. Y no porque sean suyos, y usted sea el dueño, es porque la única idea que usted ha tenido hasta el momento es dedicarse endiabladamente a hacer lo que le gusta. Usted quiere parecerse tanto a sí mismo hasta que llegue el momento en que la pregunta deje de hacerse. Pero usted mismo sabe que no es posible. La pregunta seguirá haciéndose. ¿Esto vale la pena? Espero que el sentimiento de que el mundo por momentos le valga un pito no haya cambiado, porque a usted lo que le interesa es lo que usted le puede hacer el mundo, no al revés. Esa es la idea que ha intentado transmitirle a sus estudiantes y a las personas que ama. Si no hay distinción es porque cuando usted habla le habla a la humanidad entera. Porque desde siempre ha tenido muy marcado y acentuado en su alma la actitud del púlpito: usted no enseña, sino predica, y quisiera convertir a todo el mundo. ¡Sálvate, hermano! Espero que a veces la escasa afluencia de feligreses no le haga perder las ganas y la energía que lo caracteriza. No se preocupe, a la gente se le cambia si ya de antemano está cambiada: a la gente se le salva cuando está salvada. Y al espíritu se le da de comer cuando éste ha llegado ahíto. Considere también que hay gente tonta, perezosa, y que no vale la pena. Si a veces se siente en desacuerdo con la educación, si arruga la boca cuando se habla de educación, es porque a usted nunca se le dio a las claras la oportunidad de autoexpresarse, y es por ello que sufre y no ve muy bien el panorama, cuando ahora son los estudiantes los que no lo hacen. Usted considera que se necesitan estudiantes, antes que profesores. Usted sigue siendo estudiante, aunque es profesor y disfruta siéndolo. ¿Acaso no ve esa tonta facha de universitario cuando va caminando por la 45? ¿Acaso usted no se entiende mejor con los estudiantes antes que con sus compañeros de trabajo? Y en una seria reunión esté seguro que se le saldrá en un hipo el menú y que al volver del baño llegará desbraguetado. Porque usted es un marciano, hermano, anda en las nubes, y lo excéntrico es para usted moneda corriente: cuando va a comprar la leche, se encuentra con Alf y juntos planean un partido de fútbol. Pero nadie sabe que llegar a aceptarse como se es es una faena digna de un héroe, y por eso considera que entre más rara la gente, mucho mejor, porque esto significa que de seguro tiene algo que decir y eso que dirá le dará placer a unos pocos. Para esos pocos quiero también dedicar esta carta para el futuro.

Insistiendo en una serie de consideraciones terminaré con lo siguiente. Usted es de los pocos adultos que me cae bien: no es esquizofrénico. Trata de vivir como piensa y lo que piensa intenta llegar a vivirlo.

En otras palabras, depende de la manera en que uno vive y aprende a vivir la felicidad: ese deseo de estar bien, de no ser un sapo, donde lo que va es un armadillo.

Yo quiero seguir siendo ese armadillo

Carta a los (nuevos ) maestros

Bastaría reflexionar por un momento sobre la posibilidad del diálogo, la buena voluntad, el libre y respetuoso empleo de la palabra, para establecer que lejos de producirse llega a fluir desbordándose sin que el otro llegue a comprender cabalmente lo que pensamos y decimos: y es por esto que lejos de mejorar nuestras relaciones con los demás parece fundirse en el estado en que simplemente aceptamos un pensamiento ajeno porque quien lo dijo nos cae bien.

Mi primera idea es que el diálogo conlleva superar las palabras.

Comunicarse es muy importante; cada uno lo hace a diario tratando de transmitir aquellos valores que cree necesarios. Si ahora les escribo es porque sé por experiencia que para llegar a ser más eficientes en la solución de problemas se hace necesario llevar cierto protocolo; entendiendo por protocolo la palabra escrita.

Con los niños y niñas de mi salón suelo emplear el mismo sistema: les hablo, pero también les escribo, diciéndoles de antemano que lo que espero es que luego cada uno en casa lea el correo y simplemente tomen de él lo que consideren necesario. La invitación también es para ustedes.

Si somos consecuentes con la filosofía y el PEI del colegio, sitio en el que trabajamos, pero al cual también nos gusta ir, no debemos perder de vista lo que es la dirección que toma cada acción y pensamiento desde que somos parte de él, esto es, el sentido de lo que hacemos, y lo que hacemos es educar, dentro del mundo que vivimos.

Digo ´sentido´ como podría decir ´dirección´, incluso ´elección´, porque personalmente soy consciente del valor que se debería dar a estar en el salón con niños y niñas de determinada edad. Quiero decir: diferencio entre un profesor que «transvasa conocimientos», a otro que que se encuentra al servicio de una promoción o visión humana.

En ello coincidimos como coincide el Colegio desde su lema: no es para la escuela sino para la vida. ¿Acaso el Colegio no nos recomienda esa flexibilidad para con nuestros niños: lo importante no sería la determinada enseñanza de una materia, cuanto el sentido personal y social que podemos transmitir como profesores?

Desde que soy profesor, y debo añadir, que es éste mi primer colegio, como añado que me encanta esta profesión en lo que tiene de, por llamarla así, narración humana de lo que es importante para mí, confieso que lo más atrayente y lo que es verdaderamente un tesoro por disfrutar, es la dirección de grupo, y las conversaciones de pasillo, por llamarlas de alguna forma. Sin esto último creo que no sería posible entender al colegio y, sobre todo, lo que es el funcionamiento de una Etapa. En este caso: la tres. Creo yo que sin tener en cuenta la edad, el momento que atraviesan nuestros niños difícilmente penetraremos en el por qué de sus acciones. Es mi segunda idea: sin tener en la cabeza la edad a la que pertenecen los niños y niñas de la Etapa Tres difícilmente penetraremos en sus acciones.

Quizá esto último es lo que no se deba perder de vista en el momento en que como profesores nos reunimos. La edad y lo que representa. Los conflictos.

Me gusta debatir, porque en modo alguno me considero un indiferente, me gusta pertenecer a algo: y en este momento pertenezco al colegio, a la Etapa Tres, y a mi curso: 7B. Ello hace que en ocasiones actúe con vehemencia y que me equivoque. Pero lo que no se debe perder de vista, creo yo, es que educar es una misión: la pequeña misión de cambiar la actividad humana a través de las clases. Lo demás, dictar cualquier cosa, me parece que es redundante si olvidamos que nos referimos a personas cuando hablamos de estudiantes.

Este correo: lo quería y necesitaba decir, para que esta confesión o correo, como lo quieran tomar, funcione para algo. Así sea para recibir un mensaje que no sea un reenviado, sino algo escrito por alguien.

Hasta entonces,

Sobre la tierra está

La entrada es un lugar sin puerta, un lugar expuesto. Las puertas sólo interrumpen. Ser uno mismo ovillo significa ser predecesor y antecesor, generándose, pasándose, como en pleno día en las tablas de arcilla, el joven novio. Países de una silla colgada, tocando el suelo con el talón. Aquí era. La primera mujer desnuda. Ser uno mismo el ovillo, las ciudades en ruinas, las hojas de bronce, cuando todos los seres nos arrastran a cavar nuestro ruido. El más largo camino, la más senda más escarpada, los insectos más inundados, en el espacio, en el truco más reducido, uno mismo. Luego vienen los mayores olores bajo las palmeras. Ser uno mismo el laberinto, el ovillo, una piedra que cae, una concha.
El tipo de ovillo, el vuelo de una grulla. La piedra que cae.
Dejar es dejar la oscuridad. Salir de la escalera. Aquí está cerca, muy cerca. Último escalón.

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¿Quién está ahí? ¿Quién se encuentra ocupando un sitio? ¿Quién tiende la mano? ¿Quién comparece? ¿Quién toma mundo? ¿Quién dice hay mundo? Viste el mundo por primera vez, lo viste ocupar un lugar, lo viste mantener el lugar de siempre: no te has preguntado porqué el mundo sigue haciendo lo que ha venido haciendo. Viste el mundo tal día a tal hora, pero de nada de eso te acuerdas, es un recuerdo que nunca estuvo, y ahora lo ves detenido y no recuerdas que antes de eso, antes de la variación de luz, el mundo se movía, y no estaba al alcance de la mano. Esto, al parecer, es muy usual.
Un despejar.

No vale lamentarse y no es presentable hacerse el pequeño

Me gusta recibir cartas o, en este caso, correos, porque cuando me las mandan, cuando llegan a la bandeja de entrada estoy seguro que no voy a estar de acuerdo con lo que allí se dice. Me gusta la contradicción, juego en ella, me gusta la ambigüedad: porque es una respuesta satisfactoria que puede dar inicio a una clase de efímeras devociones. (Estar completamente errado por un momento es algo digno de alabarse.) Basándome en el hecho personal, pero no dilucidado previamente, de que no deseo interpretar ni transformar el mundo, sino abandonarlo, me atengo a lo siguiente: cuanto todos dicen Sí, y están prestos a no dejar que ninguno de el paso, ofrezca su brazo y profiera un No: sin embargo alguien diga No. Todo es magnífico, salvo para mí. Todo esto aumenta mi cinismo, como bien se diría. Y aumenta mi cinismo del modo en que pudiendo decir Sí, empleo el No. Da gusto formar un brote en este mundo temblante, y que ese brotecito sea algo tan sencillo como un No, incluso un No sé; un tal vez.
No quiero cambiar ni intrepretar al mundo, sino abandonarlo, y aquí está lo que quiere decir: porque quiero hacer un mundo a imagen y semejanza mía. (Esta idea no está en modo alguno finalizada.)

No quiero un mundo terminado, concluido, en sumario, porque no es tan cierto, dejemoles así… no es tan cierto…. que sólo se puede obrar sobre el presente. Toda ciencia histórica, y a esto me voy a atener… toda ciencia histórica, llámese literatura, cine, música, y tantas otras surgen del propósito de abandonar el presente para obrar sobre el pasado. Incluso las que nos hablan de lo que está delante nuestro, los retratos de sociedad, de familia, no son otra cosa que un previa formación por parte del escritor referida hacia un detalle del presente: sin una previa elaboración, sin un previo conocimiento nunca se llegaría a entender lo que está pasando. Y es eso por lo que puede reiteradamente volver a escribir el mismo detalle del presente. Uno no obra simplemente sobre el presente sin previamente reelaborar el pasado. El presente es el modo de mirar, y el modo de configurar: el pasado es el material. Así que uno no puede olvidar en el presente si previamente no ha obrado sobre el pasado. Y por eso el adiós de ahora es una sucesión de adioses anteriores. Cada adiós presente requiere un convecimiento de parte de adioses anteriores. Te equivocas,
te equivocas cuando pides justamente eso: los adioses son casi eternos, porque hay que traducirlos al menos a veintisiete idiomas, y cada repetición de adiós debe persuadir al anterior para que se despida. Te equivocas:
nuestro pasado nos pertenece, podemos cambiarlo si queremos.
Entonces ese cambiar, entonces ese convencimiento de adioses: entonces todas esas cadenas de persuasiones nos lleva situarnos en la EDICIÓN que podemos tener sobre el mundo para hacer del presente algo sobre lo cual, en última instancia, se obra. Es como decir: el presente es el punto inextenso, un punto que no puedo ver porque estoy sobre él, y es por eso que debo ir hacia el pasado para cambiarlo. No,
nunca se obra sobre el presente. No se olvida sin haber ya olvidado. Pues ese olvido, esa clase de olvido requiere siempre un olvido superior que siendo convencido por un olvido anterior tratándose de diferenciarse de él aceche una última verdad. Y hablo de edición. (Ideas previas, o parecidas, había sido presentadas en la entrada Ya Casi Te Olvido.)
Es esta una nueva búsqueda vital de formas de la verdad que empieza una vez nos deshacemos de esas pesadas cargas: cargas humanas…
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El titulo de esta entrada se refiere no exclusivamente, porque no me gusta mucho la imagen del dedo que señala: se conecata de alguna forma con una hipotética sinopsis, o crítica de la película Be Kind Rewind de Michel Gondry. La cual, pese a Jack Black, pude ver. Y ciertamente a Black se la paso: por esta vez.

el pasado

A decir verdad, yo no estaba allí cuando ocurrió. Todo pasó, y todo quedo pasando por alto el hecho de que lo hubiera vivido. Ya está, ya pasó, y yo no estaba allí. Y por qué no: por qué no de nuevo. Sin que esté yo, que sea de noche, y que esté todo callado. No poder oír tampoco, tampoco saber que el silencio se encuentra tan cerca. Precisamente eso: dejar que el tiempo ruja y gruña sin que nadie, pero preciamente yo. Sin que nadie esté, y esté todo tan callado y que el mar del tiempo pueda continuar solo, lejano y tenue, hecho polvo por el estruendo del tiempo, y preciamente eso: que nadie esté, precisamento yo, para que lo haga suyo. Para que luego lo reclame. Y por qué no, por qué no dejar que de nuevo pase sin que el deseo de uno solo, y que precisamente sea yo, se acerque a reclamarlo. Me gustaría pensarlo así: que precisamente el tiempo, tan callado, y de noche, piense que no hay nadie: que no habrá ninguno esperando su llegada. Y que por eso se presente. Sea uno más, uno desapasionado, y todo nuevo de recuerdos. Y no a punto de ser desterrado, y no a punto de llegarse a la punta de la lengua para saber a exilio. Y todo nuevo, precisamente eso: esa terapia y el deseo, ambos, que llegan para quien no está. Para quien aún no lo ha probado. Y que sea yo: uno nuevo, y de dientes y boca pequeña. Este solo, andrés.
Eso sería la Juventud.

Ahora me gustaría tener una ventana, y no un fantasma. (Por qué no)

el abuso de la belleza (también)

Y al final me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiabisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de apartar mis lágrimas.
Lolita, Vlaimir Nabokov, Segunda parte, 29.

Antes yo no sabía, pero quiero seguir sin saberlo. Antes yo no sabía, pero realmente prefiero seguir en ese hueco que me brinda la ignorancia de no saberlo. Porque no quiero que mi cuerpo aguante hasta saberlo, no quiero que mi cuerpo resista tanto hasta que la posibilidad, la posibilidad completa de seguir siempre hasta adelante me haga saber: saber que es necesario que el cuerpo aguante. Prefiero evadirme, prefiero quedarme atrás. No quiero seguir día tras día hasta que el cuerpo no aguante. Porque no soy mi cuerpo, no soy simplemente boca, no soy ojos, no soy dueño de mi cuerpo. Soy un arrendatario de mi cuerpo. La imagen me sirve para dar un paso más, para traer otra imagen: la que se desprende de ese libro intenso, atroz, herido, de cuerpo constantemente en movimiento. Lolita.


Yo no lo quiero, no quiero amar, ni que me amen de esa forma.No quiero la ternura constante, no quiero la evocación constante de mi amada. O de mí mismo como amado. Porque quiero también el desamparo que me trae cuando no lo puedo todo y necesito ayuda: pero ayuda no amorosa: comprensiva. Quiero la herida, quiero la búsqueda que me deja el amor, la necesidad, y una como lujuria que no tiene reposo. Pero no quiero la invasión, no quiero tomar y que me tomen siempre por fuerza. Quiero la conquista, pero también la rendición. Prefiero el amor que martilla la realidad, mi realidad, que desarma, para volver a armar. No quiero de nuevo el amor que me es espejo, y contento me sumo a los que se zambullen en él hasta que la alberca se desocupa: el agua se seque y no de para más. Quiero martillar al mundo con amor, pero que ese amor cambie lo que de cambio hay en el reposo. Lo que de reposo hay cuando otro fantasma más no viene a reencarnarse. Quiero querer, amar, como se dice, pero hasta cuando el cuerpo que sigue adelante no soporte más y me convierta en un monstruo. Prefiero el mudo gemido, mudo, o más bien silencioso: lo que de silencio hay en un susurro.Continuo. Prefiero el mudo gemido de la ternura, así me sea más difícil verla en alrededores, y que yo mismo esté lejos de esa afirmación de mudo gemido. Prefiero… como para decir que no es esto es lo que me gusta, pero continuo por esta tendencia. Importante la tendencia, antes que el objeto que cierra, que obstruye y que concluye el camino

Cada vez me gustan más las máscaras: porque me mantiene despierto, porque me hacen simular como monstruo. Cada vez me gusta más el silencio: porque me vuelven cínico. (Sobre el cinismo deberé volver una vez más.)

ser y estar

Es cierto, buen día; es cierto, debo cambiar. Debo cambiar muchas cosas, y entre esas cosas yo. ¿Existirá un modo en que aún el orgullo me de para no considerarme cosa? Yo creo que sí… yo quiero ser cosa. A veces de tanto: de tanto haber estado solo, desenchufado de la compañía, desenchufado = eso que digo, o cuando repito, soy, pero no estoy. Cosa es estar; cosa es el modo afectivo en que llenamos un espacio. Pero lo llenamos para a continuación ser muchas otras cosas. Cosa es utilizar un marco: luego deshecharlo. Estoy cansado, necesito un cambio. Lo quiero. Quiero las cosas absurdas que le pasa a las cosas: el deshecho. Pero no el de la basura, el que se envuelve, el que se deja para que lo lleve el basurero: ¿acaso existirá un modo en que hablando del deshecho se evite la maña de la asociación; deshecho, luego basura? Deshecho, es decir, sarcasmo. Deshecho, es decir, desesperación…. remoción de la piel, de las capas, de los yos que se van, que se destruyen, se aniquilan. ¿Existirá un Funes; un Funes que no deshecha, porque no olvida: un Funes, y que sea yo él? Y no hablo de los recuerdos. Hablo de no olvidar, no despegarse: no dejar lejos; arrojar, alejar.
A veces pienso que no ha existido un solo día que siendo el mismo no puedo olvidar.

No tengo idea si se me entiende: ¿una cosa que se quiere abandonar se debe entender?

Edito – … que se entienda que no busco certezas, porque necesitan de la comunicación. Y quizá los escribidores de la autoayuda tengan muchas. Lo que busco es algo así como un control de las atmósferas.