estado de cuentas

El simple deseo de que las cosas salgan bien y salen mal. El deseo de seguir hablando, de añadir algo más, de seguir hablando: y no callarse. El deseo de no mentirse, el deseo de ser completamente sincero, de ir hasta el fondo, el deseo de indagar, el deseo de explorar sanamente: y seguirse mintiendo. Yo no hablo ni me quedo callado, yo no miento ni digo la verdad: y quiere uno después de todo ir ligero. Y quiere uno ir sin fardo. Y quiere uno no mirar lo que hay dentro de la carga: y quiere uno no ver el fin desde el comienzo. Y quiere uno ser uno y el mismo, sin cambio. Y quiere uno que no lo atrapen y quiere uno que lo dejen libre: y uno atrapa y uno no deja libre.

Y uno, de nuevo, quiere quedarse callado: y sigue hablando. Y uno quiere que las cosas cambien, uno quiere que las cosas sucedan: uno quiere que las cosas no dejen de suceder.

Uno quiere dinero

Y uno quiere fama

Y uno quiere amor y amar a alguien

Y uno quiere escribir bonito y que lo celebren por ello

Y uno quiere ser perfecto, de hecho

Uno sabe que es perfecto

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Uno no sabe nada pero en algún punto dejara de saberlo todo: y ese es el estado de cuentas.

muévete

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Le escribo a una amiga:

… nada es seguro, nada está hecho completamente, nada está perdido para siempre.

Le sigo escribiendo:

… Cada vez estoy más convencido que no hay nada seguro, que todo es contingente, que somos imperfectos y pasajeros, que somos aves de paso escondidas en un armario. Y lo sabemos de hecho, sabemos que somos nada entre una nada llamada ciudad, entre una nada llamada país, dentro de una nada llamada tierra, y sin embargo siempre nos salimos de la ruta, siempre nos salimos de nuestros límites y pensamos que es posible, que es sensato pensar como si todo fuera seguro, como si nada fuera contingente.

Primera conclusión: lanzamos ganchos de izquierda al aire.

Nos mentimos.

Y lo que sigue es una idea que continúa idea de la anterior entrada:

… tenemos una visión limitada de lo material: entendemos pero seguimos como si no hubiésemos entendido. Nos creemos más pensamiento que materia. Y verdaderamente es la materia las más inteligente de las dos. Creo que habría que superarse, o, más bien, utilizando una palabra para mí una palabra en extremo hermosa y valiosa, habría que liberarse desde la materia y no desde el pensamiento.

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Y el añadido: siempre el añadido. Un nuevo ritmo de vals.

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Me di cuenta de una cosa: quizá la misma de siempre; el alma humana está hecha de paradojas. El hecho mismo de su existencia es una paradoja: lo importante no es si hay o no hay, si hay dualidad mente-materia y qué hace que se comuniquen y se complementen.

Lo importante no es la existencia y dónde base encuentra. Dónde va ella: ¿cuál es su lugar? La pregunta es por la necesita: ¿qué se necesita? ¿Uno qué necesita?: uno necesita que haya, uno necesita que exista. Porque a algo hay que achacarle las consecuencias. Algo tiene que cargar con ellas.

El deseo de señalar, de ser señal de algo, cumple el hecho de que haya algo.

Una nueva consideración es el momento en el que uno se pregunta por qué sucede así. ¿Por qué habría de haber señalamiento? (De ir hacia otro dentro de sí mismo.)

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las consecuencias

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Y ahora tú que cómodamente habitas un paraíso de muebles, de grandes sillones despeinados, ahora que puede que sepas un poco más de lo de aquí abajo. Supongo que estás arriba, plácido avanzas por avenidas hacia lugares en los que no pasa nada.

Y ahora tú, el del año pasado, el que está desde el año pasado arriba, sin notar que lo de abajo sea poco, sin notar que lo de arriba sea lo mejor.

Lo de arriba son los treinta años, ahora tienes treinta y uno.

Los treinta, crees, es el momento para decidir si el mundo sigue influyendo o no.

Los treinta es la edad y es el momento de las convicciones puras y a la vez mínimas: esperar que se puede cambiar el mundo, no permitir que lo siga cambiando a uno.

Decidir. Elegir. (Es tarde ya. O temprano.)

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Thomas Pynchon: la historia archivada. ¿Por quién?

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Transparencia, no verdad.

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Hay escritores de los que oír hablar causa una sensación de estallido pero no una conflagración inmediata, sino postergada una y otra vez. Entonces lo que es invadido no es el presente, este presente con el que sucesivamente nos tropezamos, nos damos de bruces, este presente, la hora inmediata que nos pide más de un repliegue, más de un cesación de deseos y un margen para el horario de nuestro día. No podemos hacer lo que queda por fuera de las márgenes que casi siempre es lo más interesante y lo que nos gusta hacer.

En fin.

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Hablo de invasiones y de estallidos hacia un futuro. Y esperar no hacerlo es otro detonante, un detonante más que hace de la situación un no querer cargar, pero también un cargar cuando da gusto hacerlo. Cuando da gusto la espera de un no. Aún no.

No, aún no, aunque el libro haya sido comprado, haya sido desempacado y paseado una y otra vez de mano a mano y tal vez picotear por aquí y por allá.

Un párrafo leído, otro sumado pero la resta de no continuar.

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Y leer, y leer, y leer, y a veces leer porque justo a los que sigues, con quienes conversas, así sean conversaciones de una sola persona, hablan del incendio esperado por demasiado tiempo, alentado por demasiado tiempo. Y ves la manzana y quieres ceder.

La manzana, siempre la manzana.

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El libro nuevo, desempacado, está ahora a dos libros de la superficie. Uno podría pensar que superficie en una biblioteca es intolerable, pero el espacio de mi biblioteca hace que los libros no estén en ella, sino descansen en ella.

Un cuerpo tirado.

Entonces el asunto de la superficie se vuelve uno solo con el asunto de leer, de despertar al cuerpo libro y tomarlo de mano a mano y empezar la lectura. Ya mismo, ya.

Ya mismo, cuerpo de lectura abierto.

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Lo que importa es un futuro invadido, rodeado de genealogías, de sospechas, de nuevas miradas, de miradas oblicuas, de historias nuevamente emprendidas.

De nuevas preguntas y del examen que se hace sobre las palabras que hacen las preguntas.

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Es eso, es esa espuma que empuja mi presente a lo que me rindo, a lo que quiero dejar de estar sorprendido, porque casi siempre lo que uno espera termina por salirse de la raya, por no sorprender. Entonces lo que quiero es dormir la espuma, que se concentre, se fermente, eliminando la esperanza de la sorpresa.

¿Para qué?

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La escritura y el ruido que hace ella.

Un oído que la escucha.

Un ojo, regularmente polvoroso, que la embarca en un viaje tormentoso y de toda la vida: el archivo. La historia archivada.

Una boca que hace de la estrechez del ojo un orden de verosimilitud: quien no está conmigo, está contra mí.

Es eso: y no es un para qué resuelto. Es verlo resolverse nuevamente en el escenario histórico de la escritura.

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Por ejemplo:

«Lo que encontramos en el comienzo histórico de las cosas no es la identidad aún preservada de su origen, -es su discordancia con las otra cosas, el disparate.»

Michel Foucault, Nietzsche, La Genealogía, La Historia.

Esperar un poco más el estallido.

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Entonces los términos más comunes para hablar de lo que uno no termina de creer, simplemente porque la realidad es impalpable, o es tan tenue y que no tiene peso que uno apenas se da cuenta de su presencia. Los términos son estos: esto no me está pasando, esto no es para mí, ¿soy yo el que la vive? No tenía idea que esa realidad del sueño, la realidad onírica de la que no me siento capaz de establecer algo claramente, porque se ha convertido en algo diferente. Alto. En algo diferente porque soy yo el que la está viviendo. Porque soy yo, y otro que soy yo mismo, el que la recubrió con las palabras.

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Eso se suele reconocer como lectura.

Eso es también esperar el estallido.

La catástrofe.

Un futuro invadido.

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El libro descansa.

Thomas Pynchon: El Arco Iris de la Gravedad

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Esfuerzos por traer a este mundo el Haiku

(Bosquejos)

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Hay algo que personalmente me ha llamado la atención del Haiku: algo que resalta sin que al parecer un solo proceso mental se vea involucrado. El Haiku trata sobre la transparencia, no sobre la verdad. El Haiku trata sobre el rocío, sobre el rocío cayendo: no trata sobre las causas que lo hicieron posible.

Transparencia, no verdad. Este es el supuesto, la primera información que recalco, y  que sirve de entrada, y como puerta batiente, para lo que sigue a continuación.

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Festival Haiku: poesía visual

Se trata de una forma de estímulo que toma como dominio y campo de acción a la juventud, no a los jóvenes. Pregunta: ¿juventud y no jóvenes? Porque quizá a la juventud se accede y para la cual no es suficiente la edad. Hay que ser joven, hay que empujar la puerta y entrar de lleno a ella. No se es joven por la edad: a la juventud se accede por otros caminos.

Quisiera que la primera preocupación del Festival Haiku fuese esa: la juventud, ¿qué caminos nos llevan a ella?

El Haiku debería ser capaz de invadir a los habitantes, a los jóvenes, para que ellos mismos sean los autores de las obras. Digo habitantes, porque lo interesante sería poder romper el espacio habitual de las letras, de la poesía, e invadiera, como invade la maleza, como invade un río desbordado el espacio de tránsito de toda persona en el ámbito del colegio.

De este modo las tapas que guardan la poesía, que guardan los Haiku, no son otros que el modo en que seremos capaces de vestir los salones, los pasadizos, los baños, el comedor, las coordinaciones, las oficinas de administración, las tiendas, los escalones, las gradas, los árboles, el lago, las fuentes, e incluso los uniformes de los niños y profesores con  todas estas obras.

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Objetivo

Quizá la velocidad sea unos de los factores más arraigados en nuestra sociedad. Cuando queremos algo, lo queremos sin pausa, evitando con ello el proceso y el camino que nos ha llevado a la conquista de lo que queríamos. Porque la velocidad hace que lo que queremos pase sin mediaciones al pasado: lo que queremos ya no lo queremos al momento siguiente. Del querer al queríamos.

De ahí el consumo, la conexión a los mecanismos electrónicos que pareciese una sinfonía que nos envuelve: y también nos aísla. Y puede que la fábula de Robinson Crusoe nos resulte un relato encantador de fuerza y de constancia, pero hoy en día tal fábula nos resulta más bien dolorosa. No necesitamos perdernos en una isla para estar solos: basta conectarse, encender el Ipod, acomodarse los audífonos.

Es por ello que no es nada fácil, para nosotros y para ellos, entender la significación del Haiku, que ofrece una visión del mundo muy distinta a la que conocen y conocemos. Y si se quiere realizar un esfuerzo semejante a través de la lenta, parsimoniosa, conquista de lo que nos rodea a través del Haiku, es porque se pretende llegar a ese otro mundo y que esto logre ser una experiencia que los enriquezca y nos enriquezca.

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Procedimiento

Pienso que no existiría necesidad alguna de efectuar un trabajo de investigación acerca de la cultura japonesa: eso llega. Pienso que no existiría necesidad alguna de relacionar al Haiku como hijo de la cultura japonesa, pues si lo que se quiere es empapar a los niños con el Haiku, habría que recalcar que es posible en cualquier cultura, que es hijo de esta cultura y que es hijo de esta necesidad que nos rodea: volver a mirar. Contemplar.

Uno – El inicio del Festival debería contener la idea de que el Haiku no es nuevamente una propuesta académica que rinde frutos únicamente como tema del periodo y su consecuente parcialización a través de las notas. Que la poesía inunde al colegio requiere de parte de los profesores que sean capaces de detenerse en sus clases, de dejarlas de lado, y conversar de lo más pequeño, por cuanto más lejos se ven las cosas, cuando nos esforzamos por mirar a lo lejos, más se generaliza y nuestra vida y lo que nos rodea se vuelve una abstracción, un concepto.

Hagamos de nuestras clases algo más y algo menos que una clase: un individuo parado al frente que va llenando recipientes. Hay que terminar con la educación esquemática que nos han ido implementando y que nosotros mismos implementamos. Hay que acabar con la figura del profesor y del alumno: esa nefasta dialéctica mediante la cual el que está al frente enseña y el que está sentado aprende: esto no es así.

Luego de esto, valdría la pena hacerse y tratar de responder estas preguntas:

-¿cuál y qué es la realidad en el país que estamos viviendo?

-¿qué propuesta innovadora tenemos en ese proceso de formación?

-¿qué papel tiene la educación en el escenario actual?

Personalmente puedo decir que el campo se abre una vez damos los temas y le damos plena autoridad prepositiva y creativa a los niños. Que no seamos nosotros los profesores, sino nuestros niños los que responden y asimilen los temas. Seamos guías y no jueces.

Dos – Valdría la pena reavivar la lectura en voz alta. Que existiesen jornadas donde se leyera en cualquier espacio del colegio en voz alta. A la lectura se inicia por cualquier lado, para ir llegando a la comprensión y lectura de famosos poetas. Porque leer en voz alta es perder el miedo y la repelencia que causa la lectura. Si se lograse un hábito semejante conseguiríamos lo que persigue cualquier política y promoción de la lectura: que se lea. Leer en voz alta en cualquier lugar del colegio es volver la figura del lector una figura pública. Sin necesidad de polémica preguntaría: ¿a cuántos de nosotros los profesores han visto leer los niños? Es porque siempre leemos privadamente, como si la lectura fuese un pecado. El colegio brinda el suficiente escenario para leer recostado en un árbol.

Tres – Luego que vengan las imágenes. Se realizarían caminatas por el colegio con el fin de establecer un contacto directo, de trazar un puente con el entorno natural que, aunque sea muy próximo y conocido, muchas veces está muy lejos de las miradas de los niños, porque básicamente nos acostumbramos a ver un colegio con un lago y una cascada: existiría la necesidad de romper la monotonía, de combatir la rutina de ver el colegio como siempre lo hemos visto: como un lugar normal y no excepcional.

A través del contacto con la naturaleza y del debido canje de nuestra rutina por nuevas emociones, los niños pueden observar y ver aspectos de la misma que le podrán servir para escribir sus propios Haiku.

Porque el Haiku rompe la monotonía del día a día, del lunes a viernes. El reino del Haiku nos brinda un nuevo reino, no uno afuera, sino uno que reside en nosotros mismos: volver a mirar lo que nos rodea.

Durante la caminata se intentaría buscar y hacer el silencio, para ir fotografiando cualquier elemento que después pueda ser motivo de creación poética. Luego de esto, se iniciaría el proceso de escritura.

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En definitiva, y para concluir, lo que se intenta con el Haiku es hacer naufragar durante unos instantes, o por momentos, el mundo al cual están los niños, y estamos los profesores, envueltos y acostumbrados: un mundo urbanizado, inmediato y altamente tecnológico, por un mundo simple, pero amplio, representado en el Haiku.

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Opciones de entrada, y de salida

Discurso de Despedida Año Lectivo

Familia, profesores, amigos

Empecé a escribir esto hace poco, con la reciente emoción de haber terminado algo, con la esperanza de pasar a algo nuevo. Para mí se está creando una atmósfera de incertidumbre inexplicable, sólo calmada por el sueño de lo venidero. Pretendo ser casi totalmente sincera al relatar mi historia reciente de los últimos tres años hasta hoy. Digo casi, no por la intención de mentir, sino por la real incapacidad de recordarlo todo. Soy de las personas que cuando hablan de sus recuerdos los confunden con sueños, deseos y pasiones exageradas.

La vida para mí es un lapso de tiempo indefinido, en el cual lo más importante es descubrirse a uno mismo, experimentar, probar y conocer cosas nuevas. Para mí la vida en este momento no sé ni qué significa, digamos que en este momento estoy en un trance, en estado de pausa, estoy en coma. Creo que estas son las palabras que definen la adolescencia. En estos últimos años sólo he estado pensando, no sé que lado coger, no sé a qué masa pertenecer, peor aún, no sé si quiero pertenecer a la masa. Esto me lo he empezado a cuestionar y ahora estoy al término de un año. Y lo digo en nombre propio simplemente por la fuerza argumentativa, porque sé muy bien que no soy la única que se encuentra al término, a punto de pasar a algo nuevo.

Es por eso que pienso tanto en mí, que soy tan observadora, tan pensativa y que analizo tanto a la gente y también es por eso que tengo la misma incógnita desde hace tres años, no sé qué camino coger, no veo que ninguno de los tantos que hay me traiga beneficios. Pero, alto.

Entrar en la adolescencia, una tarea heroica:

Extrañamente en esa época, al inicio, en Séptimo, no tenía mayores problemas, porque a pesar de no tener problemas gigantes (por lo menos que recuerde) sufría por mis frecuentes y aún habituales confusiones existenciales, tal vez por las hormonas o quizá por mala suerte.

Y quedan recuerdos, y son recuerdos de agradecimiento los que me quedan. Agradecimiento hacia todas aquellas personas que me permitieron ser la que hoy en día soy. Recuerdos de agradecimiento, porque estoy segura que ese espacio y ese encuentro de formadores me acompañarán hasta el momento en que de nuevo empiece a construir la persona que quiero ser. Es por ello que aparte de la papelería, de las menciones y de las felicitaciones lo que me llevo es quizá lo que en futuro conserve: el recuerdo de lo que me han entregado y me han dejado aquí.

La invitación queda: quiero molestarlos para que balbuceen un simple cómo, un mudo por qué, pues esa es quizá la meta que como personas y como seres vivientes más nos importa: llegar a saber por qué somos lo que somos. Es aquí donde reside la importancia y el recuerdo de estos tres años de cambio. Gracias amigos, gracias personas, gracias profesores.

Última recomendación:

Con nuestras costumbres, con nuestras psicosis y paranoias por alguna razón existentes, preferimos aceptar que el tiempo continúa sin que en realidad algo pase, sin que algo vaya más allá de lo enteramente evidente. Quizá porque la casi invisible familiaridad tal vez sea una reacción a lo ya vivido, a lo conocido, y sea también miedo al cambio, a lo que va a pasar a continuación. Pero basta volver la mirada a lo vivido, a un anhelo, a una experiencia que viene desde la más lejana infancia, para que los primeros pasos, los primeros que se olvidan casi por completo, los que nos indican y que como pequeños reflejos nos instruyen sobre el autoconocimiento. Y eso es finalmente lo que importa, lo que me han enseñado y lo que quiero mostrar a los que me rodean.

La recomendación es a no olvidar por completo, pues son esas primeras experiencias las que nos formaron y las ignoramos totalmente, ¿cómo podemos olvidar nuestras bases? ¿Por qué todo se empieza a volver tan irrelevante? ¿Por qué estamos condenados a olvidar? No, no lo estamos. No estamos condenados a repetir.

Somos capaces de aprender.

Gracias.

(con) asunto

Hace algún tiempo les pedi a mis estudiantes que escribieran una serie de cartas con el fin de que aprendieran a traspasar el tiempo, que aprendieran a evitar la seriedad del presente y fueran hacia el futuro: ese sitio inseguro e incierto al que llegamos. La actividad sirvió mucho, es bueno saber que siguen siendo las personas y sus sentimientos los que elaboran y pueden viajar en el tiempo. En ése entonces yo no escribí las cartas. Que no se repita. Dejo una sola.

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Andrés, hermano, ¿sigue ahí? Usted sí que no cambia, usted es el verdadero Ajover. No me preocupa perderlo, no me preocupa que en un escaso tiempo usted se haya convertido en otro, en aquello que más detesta. Porque usted es la persona más sincera y honesta que he conocido. Los sueños y sus propias ideas es lo único que le importa: y ahora le importan más porque sin haber llegado a establecer una relación duradera y extensa con otros ha descubierto que esas ideas y que esos sueños le interesan a otros. Y no porque sean suyos, y usted sea el dueño, es porque la única idea que usted ha tenido hasta el momento es dedicarse endiabladamente a hacer lo que le gusta. Usted quiere parecerse tanto a sí mismo hasta que llegue el momento en que la pregunta deje de hacerse. Pero usted mismo sabe que no es posible. La pregunta seguirá haciéndose. ¿Esto vale la pena? Espero que el sentimiento de que el mundo por momentos le valga un pito no haya cambiado, porque a usted lo que le interesa es lo que usted le puede hacer el mundo, no al revés. Esa es la idea que ha intentado transmitirle a sus estudiantes y a las personas que ama. Si no hay distinción es porque cuando usted habla le habla a la humanidad entera. Porque desde siempre ha tenido muy marcado y acentuado en su alma la actitud del púlpito: usted no enseña, sino predica, y quisiera convertir a todo el mundo. ¡Sálvate, hermano! Espero que a veces la escasa afluencia de feligreses no le haga perder las ganas y la energía que lo caracteriza. No se preocupe, a la gente se le cambia si ya de antemano está cambiada: a la gente se le salva cuando está salvada. Y al espíritu se le da de comer cuando éste ha llegado ahíto. Considere también que hay gente tonta, perezosa, y que no vale la pena. Si a veces se siente en desacuerdo con la educación, si arruga la boca cuando se habla de educación, es porque a usted nunca se le dio a las claras la oportunidad de autoexpresarse, y es por ello que sufre y no ve muy bien el panorama, cuando ahora son los estudiantes los que no lo hacen. Usted considera que se necesitan estudiantes, antes que profesores. Usted sigue siendo estudiante, aunque es profesor y disfruta siéndolo. ¿Acaso no ve esa tonta facha de universitario cuando va caminando por la 45? ¿Acaso usted no se entiende mejor con los estudiantes antes que con sus compañeros de trabajo? Y en una seria reunión esté seguro que se le saldrá en un hipo el menú y que al volver del baño llegará desbraguetado. Porque usted es un marciano, hermano, anda en las nubes, y lo excéntrico es para usted moneda corriente: cuando va a comprar la leche, se encuentra con Alf y juntos planean un partido de fútbol. Pero nadie sabe que llegar a aceptarse como se es es una faena digna de un héroe, y por eso considera que entre más rara la gente, mucho mejor, porque esto significa que de seguro tiene algo que decir y eso que dirá le dará placer a unos pocos. Para esos pocos quiero también dedicar esta carta para el futuro.

Insistiendo en una serie de consideraciones terminaré con lo siguiente. Usted es de los pocos adultos que me cae bien: no es esquizofrénico. Trata de vivir como piensa y lo que piensa intenta llegar a vivirlo.

En otras palabras, depende de la manera en que uno vive y aprende a vivir la felicidad: ese deseo de estar bien, de no ser un sapo, donde lo que va es un armadillo.

Yo quiero seguir siendo ese armadillo

Carta a los (nuevos ) maestros

Bastaría reflexionar por un momento sobre la posibilidad del diálogo, la buena voluntad, el libre y respetuoso empleo de la palabra, para establecer que lejos de producirse llega a fluir desbordándose sin que el otro llegue a comprender cabalmente lo que pensamos y decimos: y es por esto que lejos de mejorar nuestras relaciones con los demás parece fundirse en el estado en que simplemente aceptamos un pensamiento ajeno porque quien lo dijo nos cae bien.

Mi primera idea es que el diálogo conlleva superar las palabras.

Comunicarse es muy importante; cada uno lo hace a diario tratando de transmitir aquellos valores que cree necesarios. Si ahora les escribo es porque sé por experiencia que para llegar a ser más eficientes en la solución de problemas se hace necesario llevar cierto protocolo; entendiendo por protocolo la palabra escrita.

Con los niños y niñas de mi salón suelo emplear el mismo sistema: les hablo, pero también les escribo, diciéndoles de antemano que lo que espero es que luego cada uno en casa lea el correo y simplemente tomen de él lo que consideren necesario. La invitación también es para ustedes.

Si somos consecuentes con la filosofía y el PEI del colegio, sitio en el que trabajamos, pero al cual también nos gusta ir, no debemos perder de vista lo que es la dirección que toma cada acción y pensamiento desde que somos parte de él, esto es, el sentido de lo que hacemos, y lo que hacemos es educar, dentro del mundo que vivimos.

Digo ´sentido´ como podría decir ´dirección´, incluso ´elección´, porque personalmente soy consciente del valor que se debería dar a estar en el salón con niños y niñas de determinada edad. Quiero decir: diferencio entre un profesor que «transvasa conocimientos», a otro que que se encuentra al servicio de una promoción o visión humana.

En ello coincidimos como coincide el Colegio desde su lema: no es para la escuela sino para la vida. ¿Acaso el Colegio no nos recomienda esa flexibilidad para con nuestros niños: lo importante no sería la determinada enseñanza de una materia, cuanto el sentido personal y social que podemos transmitir como profesores?

Desde que soy profesor, y debo añadir, que es éste mi primer colegio, como añado que me encanta esta profesión en lo que tiene de, por llamarla así, narración humana de lo que es importante para mí, confieso que lo más atrayente y lo que es verdaderamente un tesoro por disfrutar, es la dirección de grupo, y las conversaciones de pasillo, por llamarlas de alguna forma. Sin esto último creo que no sería posible entender al colegio y, sobre todo, lo que es el funcionamiento de una Etapa. En este caso: la tres. Creo yo que sin tener en cuenta la edad, el momento que atraviesan nuestros niños difícilmente penetraremos en el por qué de sus acciones. Es mi segunda idea: sin tener en la cabeza la edad a la que pertenecen los niños y niñas de la Etapa Tres difícilmente penetraremos en sus acciones.

Quizá esto último es lo que no se deba perder de vista en el momento en que como profesores nos reunimos. La edad y lo que representa. Los conflictos.

Me gusta debatir, porque en modo alguno me considero un indiferente, me gusta pertenecer a algo: y en este momento pertenezco al colegio, a la Etapa Tres, y a mi curso: 7B. Ello hace que en ocasiones actúe con vehemencia y que me equivoque. Pero lo que no se debe perder de vista, creo yo, es que educar es una misión: la pequeña misión de cambiar la actividad humana a través de las clases. Lo demás, dictar cualquier cosa, me parece que es redundante si olvidamos que nos referimos a personas cuando hablamos de estudiantes.

Este correo: lo quería y necesitaba decir, para que esta confesión o correo, como lo quieran tomar, funcione para algo. Así sea para recibir un mensaje que no sea un reenviado, sino algo escrito por alguien.

Hasta entonces,

Hold Time, o lo que es lo mismo: editar

*

hold time*

Cómo se hace un café. Lección Primera. Eso es, bravo por aquel que lo dijo. Eso lo digo, eso lo inventé. Lo cuento ahora. Uno, dos, zeta… olvido que seremos, olvido que fuimos. Olvido en lo que estamos. Lección primera. He comprado una estufita de segunda para preparar café, para luego entonces, entonces luego, sí, para que sentándome removiendo disco tras disco, el café ya puesto en el estómago, descubra que este sueño que no llega. Que este sueño que no llega qué. Hay allí una falta que no termino de ver: tal vez porque aún no cae el sol. Es lo más importante, lo que queda y viene. Queda lo que viene. Es lo más importante, al menos para este codo y este dedo que parece escribir. Y lo repito, la suma no cambiará si muevo las cifras a sumar. Resultado = lo que viene después de esto que se escribe y que lo tengo si lo puedo tener en mi boca. Quizá incluso, si hago la consignación bancaria, lo pueda tener en mi casa a más tardar el miércoles entre las 12 y las 3 de la tarde. Tanto ha pasado con la historia y el pasado, con lo que hemos sido, pero acaso esto que se alarga, algo más que un muñeco de torito triste, me diga, ¿Y qué? Deseo aún, mano y sombra de lo que se va a decir. Deseo de lo que está por decir. Pues bien, ¿y qué? Te he acorralado.Y lo que digo y lo que decía de mí cuando me dije, No veo mis piernas, era la no novela. Un no escrito, un no escrito por un no alguien. De nuevo: hay niebla, baja está la almohada esta noche. Viene la pena. Ya lo tengo resuelto, Importa poco el dolor de ahora porque siempre van a venir otros. Ahí está, Nada preparado. Importante el recuerdo… Sí, sí, lo recuerdo, y que me sea importante el que también siendo nosotros se haya metido bajo la ducha fría. Segundo café. Aunque me lo digan el tema no es vulgar. Prefiero la humedad, el óxido, y el ´úsela como último recurso´, prefiero la mano que se llena de humo y ceniza. Antes que estos modernos mecanismos con su alma de botón: con su pobre ritual de encender un fuego. Alto. Viene el asunto a) los fósforos se necesitan para que el gas pase con papeles la frontera, b) el gas atraiga a la llama, ¿o es al revés?, para que entre ambos manoseen el culo de ollas, sartenes, huevos fritos, etc. c) café. ¿Y los fósforos? Me pregunta el viejo, la vieja chatarra, que para este tiempo y época ya tiene voz y voto en el asunto. Eso mismo, ¿los fósforos?, me pregunto, con la sospecha confiadamente puesta en mi hombro. Los que me leen creerán que no es cierto que en mi barrio no existen los fósforos. No es cierto. Es cierto que tan pronto salga por ESA puerta, ¿la llegan a ver?, cuando salga por ESA puerta a comprar fósforos ya no volveré. No es posible seguir, seguir, seguir, y seguir. No he conocido al primero que haya vuelto. Hubo uno, de apellido Conejo, ¿se acuerdan?, que nunca volvió a casa y no eran fósforos lo que iba a comprar. Ya me entienden, ahí me tienen. Los fósforos no existen, porque ya nadie vuelve a su casa cuando va por ellos. Y el árbol sin espectador en la selva no existe. Y sin árbol no hay selva, y sin selva no respiramos. Me devuelvo por donde venía… y si no vuelvo no pondré el café, y si no lo pongo nunca va a estar. Y si no está, es como si yo no estuviera. Porque sin café es no levantarse por las mañanas. Y por las mañanas estoy en piyama. Y mi piyama es… no señora, sí, usted: usted bien sabe lo que es la piyama de este joven historiador. ¿El título del libro? Como no, señora, ¿o señorita?, ya se lo digo: ´Desde que amanece, estoy a bordo`. Pero es una obra inédita, lo que quiere decir, no publicada. Como cuando uno está en piyama. Pues bien, eso es no tomar café por las mañanas: que no me publiquen, porque estoy impublicable. No hay, no existe: tampoco he salido. La historia de mi vida, o como la historia de mi vida. Llegando en mal momento. Llegando muy temprano o demasiado tarde. Sorprendiendo a las personas con los pantalones en las manos.