Bamos Vien

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Escribir: ¿qué es escribir? ¿Quién puede escribir? Quién puede que dependa de un qué. Así que me permito decir que  todos.

Escribe quien quiera escribir.

Todos y todas escribimos.

Pueda que no se escriba porque insistentemente se dice lo que es escribir, sobre cómo se debe escribir. Olvidando o dejando de lado el deseo que me hace escribir.

Quiero escribir. Necesito escribir.

Pero puede que mi deseo, puede que mi necesidad necesite ayuda para superar lo que se supone todo el mundo es escribir: correctamente.

Voy a suponer que la escritura escribe lo que dice la vida escribir.

Lo que dice la vida de quien vive quiere escribir.

Entonces me pregunto: ¿hay acaso una sola manera de escribir? ¿Hay acaso una sola manera correcta de vivir? ¿No existen acaso varias vidas metidas en ocasiones en una sola persona?

Varias escrituras para varias vidas.

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Personalmente ofrezco en mis clases, aunque para ello debería suponer que soy profesor olvidando tal vez que sigo siendo alumno, cientos de maneras de escribir para que sean ellos y ellas los que decidan cómo escribir: luego sí se habla de maneras correctas de escribir.

Primero el deseo o bien la necesidad: luego sí lo que se supone siempre ha estado al principio.

De allí el título del periódico.

Puede que lo primero siempre haya quedado a lo último, puede que necesitemos hablar de lo que necesitamos y luego sí lo que los demás dicen que necesitamos y queremos.

Primero la vida, nuestras vidas: luego sí las reglas.

Primero el deseo, la necesidad, la vida que digo mía por estar viviendo.

En este periódico se ha intentado introducir una diversidad de medios de expresión que permita a los lectores y lectoras explorar lo que sea aquello de la libertad, de la individualidad, de la comunidad y la convivencia, de la alegría, de la creatividad y no simplemente de la palabra como palabra seguida de puntos, comas y tildes.

No desde lo que pienso debe ser el mundo: desde lo que es el mundo por vivirlo.

Para que luego, en un intento, ir ganando poco a poco ese espacio que para y en los demás afirmo como mis pensamientos.

tenías razón

En la fiel repetición de los mismos errores se encuentra la redención a través de la consecución de un estilo individual. Purgatorio.

*

*

Poesía. Agua. Residuo. Creer. Amor. Pérdida. Escucha: espera. Mira.
Ahora mira.

Así eran las vidas, el residuo de otras vidas. Escucha.
Ahora escucha.

Tenías razón, puedes creerlo. La tenías: y ahora esto. Estas cosas, esto que ha quedado. El recuerdo, o los recuerdos: quiero decir. O quiero decirte, quiero decir. Se acaba. Y ahora hay esto, que es lo otro, definitivamente. Digo que es esto, pero para ti es lo otro. Voy a creerlo.

Empieza. Ahora empieza.
Si me convirtiera en pájaro.
Si yo fuera, si fuera.
Si fuera árbol.
Si caminara.
Si dijera, si hablara. Si pudiera oír.

¿Lugar? ¿Fecha? Yo no sé nada de eso.
No sé nada. Yo, nada.
Yo no sé si debo extrañarte pero lo hago.
Te extraño.
Yo no sé si debo llamarte pero lo hago.
No lo hago.
Yo no sé, yo llamaba. Ahora es pronto. Yo, yo te.
Al menos sé lo que no sé, sé que éste soy yo,
el que no sabe si extraña.
El que extraña lo que mira y es él el mirado.

Éste soy yo, sólo éste, de lo que mirado
hace lo extraño: una maravilla que es rueda.
Yo, de lo extraño que deja de hablar. Dejó de hablar.
Yo no sé la fecha, yo no sé el lugar,
porque mientras la rueda gira,
puede que quiera ser el de antes,
que sabía y anduvo y estuvo y era.

Yo el que anduvo sabiendo lo que sube y
mientras sube se enreda. Y es niebla.
Hace niebla. Luego viene la primera palabra
y nos separa. Y para ti misma sea yo el que
se vuelve extraño. Y es por seguir,
y es la disciplina de no saber cuándo.
Y es este hombre nuevo
que queda, el que no sabe
si debe extrañarte pero lo hace.

Ya casi. Casi termina.
Soy pájaro.
Soy, no lo soy.
Soy árbol.
Camino.
Digo, hablo. Oigo, escucho.
Escucha esto, ¿por dónde?, cuando estuve.

Ahora es pronto para la niebla,
quiero decir, estar donde había
estábamos. Porque no sé tampoco
si me sigo siendo extraño
y en la rueda me quiera ver
mientras bajo.

Así son las vidas, el residuo de otras vidas.
Escucha. Ahora escucha.

Acaba. Ahora acaba.

*

serie renacimientos

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Desde hace un tiempo exploro de nuevas maneras, o vuelvo sobre lo mismo de nuevas maneras: o aprendo lo mismo de distinta maneras. En todo caso: reaprendo. Este proyecto, junto con el dibujo, nació hace poco. Es como si lo que comúnmente fuera la obsesión de mis ideas, de la maña de mis expresiones, fuera hecho por la parte de atrás. En todo caso: otros caminos para lo mismo.

Me ha dado ahora por llamarlo «renacimientos», porque son eso. De dónde viene, dónde debe ser ubicado lo que ha sido vivido. (¿Dónde para el ahora?) Porque bien puede ser que de nuestra vida deba volverse a escribir la historia con cada año, con cada generación a fin de hacerla comprensible a esta «nueva» persona que la compone.

*

Se trata de hacer imágenes. (¿De volverse imagen?) Este es el primero: noise.

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Esfuerzos por traer a este mundo el Haiku

(Bosquejos)

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Hay algo que personalmente me ha llamado la atención del Haiku: algo que resalta sin que al parecer un solo proceso mental se vea involucrado. El Haiku trata sobre la transparencia, no sobre la verdad. El Haiku trata sobre el rocío, sobre el rocío cayendo: no trata sobre las causas que lo hicieron posible.

Transparencia, no verdad. Este es el supuesto, la primera información que recalco, y  que sirve de entrada, y como puerta batiente, para lo que sigue a continuación.

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Festival Haiku: poesía visual

Se trata de una forma de estímulo que toma como dominio y campo de acción a la juventud, no a los jóvenes. Pregunta: ¿juventud y no jóvenes? Porque quizá a la juventud se accede y para la cual no es suficiente la edad. Hay que ser joven, hay que empujar la puerta y entrar de lleno a ella. No se es joven por la edad: a la juventud se accede por otros caminos.

Quisiera que la primera preocupación del Festival Haiku fuese esa: la juventud, ¿qué caminos nos llevan a ella?

El Haiku debería ser capaz de invadir a los habitantes, a los jóvenes, para que ellos mismos sean los autores de las obras. Digo habitantes, porque lo interesante sería poder romper el espacio habitual de las letras, de la poesía, e invadiera, como invade la maleza, como invade un río desbordado el espacio de tránsito de toda persona en el ámbito del colegio.

De este modo las tapas que guardan la poesía, que guardan los Haiku, no son otros que el modo en que seremos capaces de vestir los salones, los pasadizos, los baños, el comedor, las coordinaciones, las oficinas de administración, las tiendas, los escalones, las gradas, los árboles, el lago, las fuentes, e incluso los uniformes de los niños y profesores con  todas estas obras.

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Objetivo

Quizá la velocidad sea unos de los factores más arraigados en nuestra sociedad. Cuando queremos algo, lo queremos sin pausa, evitando con ello el proceso y el camino que nos ha llevado a la conquista de lo que queríamos. Porque la velocidad hace que lo que queremos pase sin mediaciones al pasado: lo que queremos ya no lo queremos al momento siguiente. Del querer al queríamos.

De ahí el consumo, la conexión a los mecanismos electrónicos que pareciese una sinfonía que nos envuelve: y también nos aísla. Y puede que la fábula de Robinson Crusoe nos resulte un relato encantador de fuerza y de constancia, pero hoy en día tal fábula nos resulta más bien dolorosa. No necesitamos perdernos en una isla para estar solos: basta conectarse, encender el Ipod, acomodarse los audífonos.

Es por ello que no es nada fácil, para nosotros y para ellos, entender la significación del Haiku, que ofrece una visión del mundo muy distinta a la que conocen y conocemos. Y si se quiere realizar un esfuerzo semejante a través de la lenta, parsimoniosa, conquista de lo que nos rodea a través del Haiku, es porque se pretende llegar a ese otro mundo y que esto logre ser una experiencia que los enriquezca y nos enriquezca.

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Procedimiento

Pienso que no existiría necesidad alguna de efectuar un trabajo de investigación acerca de la cultura japonesa: eso llega. Pienso que no existiría necesidad alguna de relacionar al Haiku como hijo de la cultura japonesa, pues si lo que se quiere es empapar a los niños con el Haiku, habría que recalcar que es posible en cualquier cultura, que es hijo de esta cultura y que es hijo de esta necesidad que nos rodea: volver a mirar. Contemplar.

Uno – El inicio del Festival debería contener la idea de que el Haiku no es nuevamente una propuesta académica que rinde frutos únicamente como tema del periodo y su consecuente parcialización a través de las notas. Que la poesía inunde al colegio requiere de parte de los profesores que sean capaces de detenerse en sus clases, de dejarlas de lado, y conversar de lo más pequeño, por cuanto más lejos se ven las cosas, cuando nos esforzamos por mirar a lo lejos, más se generaliza y nuestra vida y lo que nos rodea se vuelve una abstracción, un concepto.

Hagamos de nuestras clases algo más y algo menos que una clase: un individuo parado al frente que va llenando recipientes. Hay que terminar con la educación esquemática que nos han ido implementando y que nosotros mismos implementamos. Hay que acabar con la figura del profesor y del alumno: esa nefasta dialéctica mediante la cual el que está al frente enseña y el que está sentado aprende: esto no es así.

Luego de esto, valdría la pena hacerse y tratar de responder estas preguntas:

-¿cuál y qué es la realidad en el país que estamos viviendo?

-¿qué propuesta innovadora tenemos en ese proceso de formación?

-¿qué papel tiene la educación en el escenario actual?

Personalmente puedo decir que el campo se abre una vez damos los temas y le damos plena autoridad prepositiva y creativa a los niños. Que no seamos nosotros los profesores, sino nuestros niños los que responden y asimilen los temas. Seamos guías y no jueces.

Dos – Valdría la pena reavivar la lectura en voz alta. Que existiesen jornadas donde se leyera en cualquier espacio del colegio en voz alta. A la lectura se inicia por cualquier lado, para ir llegando a la comprensión y lectura de famosos poetas. Porque leer en voz alta es perder el miedo y la repelencia que causa la lectura. Si se lograse un hábito semejante conseguiríamos lo que persigue cualquier política y promoción de la lectura: que se lea. Leer en voz alta en cualquier lugar del colegio es volver la figura del lector una figura pública. Sin necesidad de polémica preguntaría: ¿a cuántos de nosotros los profesores han visto leer los niños? Es porque siempre leemos privadamente, como si la lectura fuese un pecado. El colegio brinda el suficiente escenario para leer recostado en un árbol.

Tres – Luego que vengan las imágenes. Se realizarían caminatas por el colegio con el fin de establecer un contacto directo, de trazar un puente con el entorno natural que, aunque sea muy próximo y conocido, muchas veces está muy lejos de las miradas de los niños, porque básicamente nos acostumbramos a ver un colegio con un lago y una cascada: existiría la necesidad de romper la monotonía, de combatir la rutina de ver el colegio como siempre lo hemos visto: como un lugar normal y no excepcional.

A través del contacto con la naturaleza y del debido canje de nuestra rutina por nuevas emociones, los niños pueden observar y ver aspectos de la misma que le podrán servir para escribir sus propios Haiku.

Porque el Haiku rompe la monotonía del día a día, del lunes a viernes. El reino del Haiku nos brinda un nuevo reino, no uno afuera, sino uno que reside en nosotros mismos: volver a mirar lo que nos rodea.

Durante la caminata se intentaría buscar y hacer el silencio, para ir fotografiando cualquier elemento que después pueda ser motivo de creación poética. Luego de esto, se iniciaría el proceso de escritura.

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En definitiva, y para concluir, lo que se intenta con el Haiku es hacer naufragar durante unos instantes, o por momentos, el mundo al cual están los niños, y estamos los profesores, envueltos y acostumbrados: un mundo urbanizado, inmediato y altamente tecnológico, por un mundo simple, pero amplio, representado en el Haiku.

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no anochece

En otras palabras.

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Sigamos las indicaciones. Me veo desde mi propia ventana, seamos justos, la conversación de un pelo largo, dedos pequeños, o simplemente la conversación, las caricias, o simplemente el dormir abrazado, esto es mirar también, a alguien, en alguien, quien ha dado aliento tan tibio, quien me ha dado turno, quien tiene para mi disposición, para mi juego, su vida, su cuerpo, su alma, hasta los tobillos, para lo que es una baratija pase a otro medio, por otras manos, se trastorne en la mirada, y de inicio a una nueva aventura, todo por el primer contacto de una sombra junto a su cuerpo. ¿Será posible?, podría ser una aventura más. Le daría comienzo, necesitaría un ojo, una historia en la cama, puliría mis comienzos, pondría mis condiciones, hasta podría ser amado. Y eso era lo que buscaba cuando me dije en el hielo «Estáte tranquilo». ¡Qué vuelta! ¡Qué evolución de mis viejas costumbres ha sido este nuevo fin de raya! Trataré de estar a la altura, tendré un cuerpo para pararme en el medio. Será mi único medio de conocerme: de conocer y saber lo que ha estado pasando hasta este punto en que voy a encontrarme con un cuerpo que no es mío.

Sobre la tierra está

La entrada es un lugar sin puerta, un lugar expuesto. Las puertas sólo interrumpen. Ser uno mismo ovillo significa ser predecesor y antecesor, generándose, pasándose, como en pleno día en las tablas de arcilla, el joven novio. Países de una silla colgada, tocando el suelo con el talón. Aquí era. La primera mujer desnuda. Ser uno mismo el ovillo, las ciudades en ruinas, las hojas de bronce, cuando todos los seres nos arrastran a cavar nuestro ruido. El más largo camino, la más senda más escarpada, los insectos más inundados, en el espacio, en el truco más reducido, uno mismo. Luego vienen los mayores olores bajo las palmeras. Ser uno mismo el laberinto, el ovillo, una piedra que cae, una concha.
El tipo de ovillo, el vuelo de una grulla. La piedra que cae.
Dejar es dejar la oscuridad. Salir de la escalera. Aquí está cerca, muy cerca. Último escalón.

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¿Quién está ahí? ¿Quién se encuentra ocupando un sitio? ¿Quién tiende la mano? ¿Quién comparece? ¿Quién toma mundo? ¿Quién dice hay mundo? Viste el mundo por primera vez, lo viste ocupar un lugar, lo viste mantener el lugar de siempre: no te has preguntado porqué el mundo sigue haciendo lo que ha venido haciendo. Viste el mundo tal día a tal hora, pero de nada de eso te acuerdas, es un recuerdo que nunca estuvo, y ahora lo ves detenido y no recuerdas que antes de eso, antes de la variación de luz, el mundo se movía, y no estaba al alcance de la mano. Esto, al parecer, es muy usual.
Un despejar.

Hold Time, o lo que es lo mismo: editar

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hold time*

Cómo se hace un café. Lección Primera. Eso es, bravo por aquel que lo dijo. Eso lo digo, eso lo inventé. Lo cuento ahora. Uno, dos, zeta… olvido que seremos, olvido que fuimos. Olvido en lo que estamos. Lección primera. He comprado una estufita de segunda para preparar café, para luego entonces, entonces luego, sí, para que sentándome removiendo disco tras disco, el café ya puesto en el estómago, descubra que este sueño que no llega. Que este sueño que no llega qué. Hay allí una falta que no termino de ver: tal vez porque aún no cae el sol. Es lo más importante, lo que queda y viene. Queda lo que viene. Es lo más importante, al menos para este codo y este dedo que parece escribir. Y lo repito, la suma no cambiará si muevo las cifras a sumar. Resultado = lo que viene después de esto que se escribe y que lo tengo si lo puedo tener en mi boca. Quizá incluso, si hago la consignación bancaria, lo pueda tener en mi casa a más tardar el miércoles entre las 12 y las 3 de la tarde. Tanto ha pasado con la historia y el pasado, con lo que hemos sido, pero acaso esto que se alarga, algo más que un muñeco de torito triste, me diga, ¿Y qué? Deseo aún, mano y sombra de lo que se va a decir. Deseo de lo que está por decir. Pues bien, ¿y qué? Te he acorralado.Y lo que digo y lo que decía de mí cuando me dije, No veo mis piernas, era la no novela. Un no escrito, un no escrito por un no alguien. De nuevo: hay niebla, baja está la almohada esta noche. Viene la pena. Ya lo tengo resuelto, Importa poco el dolor de ahora porque siempre van a venir otros. Ahí está, Nada preparado. Importante el recuerdo… Sí, sí, lo recuerdo, y que me sea importante el que también siendo nosotros se haya metido bajo la ducha fría. Segundo café. Aunque me lo digan el tema no es vulgar. Prefiero la humedad, el óxido, y el ´úsela como último recurso´, prefiero la mano que se llena de humo y ceniza. Antes que estos modernos mecanismos con su alma de botón: con su pobre ritual de encender un fuego. Alto. Viene el asunto a) los fósforos se necesitan para que el gas pase con papeles la frontera, b) el gas atraiga a la llama, ¿o es al revés?, para que entre ambos manoseen el culo de ollas, sartenes, huevos fritos, etc. c) café. ¿Y los fósforos? Me pregunta el viejo, la vieja chatarra, que para este tiempo y época ya tiene voz y voto en el asunto. Eso mismo, ¿los fósforos?, me pregunto, con la sospecha confiadamente puesta en mi hombro. Los que me leen creerán que no es cierto que en mi barrio no existen los fósforos. No es cierto. Es cierto que tan pronto salga por ESA puerta, ¿la llegan a ver?, cuando salga por ESA puerta a comprar fósforos ya no volveré. No es posible seguir, seguir, seguir, y seguir. No he conocido al primero que haya vuelto. Hubo uno, de apellido Conejo, ¿se acuerdan?, que nunca volvió a casa y no eran fósforos lo que iba a comprar. Ya me entienden, ahí me tienen. Los fósforos no existen, porque ya nadie vuelve a su casa cuando va por ellos. Y el árbol sin espectador en la selva no existe. Y sin árbol no hay selva, y sin selva no respiramos. Me devuelvo por donde venía… y si no vuelvo no pondré el café, y si no lo pongo nunca va a estar. Y si no está, es como si yo no estuviera. Porque sin café es no levantarse por las mañanas. Y por las mañanas estoy en piyama. Y mi piyama es… no señora, sí, usted: usted bien sabe lo que es la piyama de este joven historiador. ¿El título del libro? Como no, señora, ¿o señorita?, ya se lo digo: ´Desde que amanece, estoy a bordo`. Pero es una obra inédita, lo que quiere decir, no publicada. Como cuando uno está en piyama. Pues bien, eso es no tomar café por las mañanas: que no me publiquen, porque estoy impublicable. No hay, no existe: tampoco he salido. La historia de mi vida, o como la historia de mi vida. Llegando en mal momento. Llegando muy temprano o demasiado tarde. Sorprendiendo a las personas con los pantalones en las manos.

píntame el día

Estoy desarrollando un programita que el Colegio me pide para dictarlo en forma de taller todos los miércoles. No se me ha ocurrido otra cosa que llevar todo lo que me interesa, motiva, fascina, inquieta, de lo que siento curiosidad, a este espacio. Este es el documento que escribí para iniciar el taller. Buena Fortuna.

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«Buscaremos, pues, como si fuéramos a encontrar, pero nunca encontraremos sino teniendo que buscar siempre». San Agustín

Es este un borrador, una tentativa, y sirve como documento inicial del taller: inicial porque es una declaración de principios de parte mía. Es decir, del guía, no del profesor. Sólo con ese propósito hay que leerlo. Es un borrador que cada uno de ustedes puede cambiar, enriquecer.

Por alguna parte hay que empezar…

No creo que la escritura sea la realidad, se parezca a ella, la simule. No creo que la escritura sea la verdad: pero se le parece. De la forma en que viendo a través de la palabra un solo momento, aquel instante importante, empieza a ser recalcada como una de tantas maneras de ver la realidad. Sin embargo, la escritura, o el proceso mediante el cual elaboramos un ensayo, subvierte a la realidad misma: lo que nos queda es la realidad como una más entre otras posibilidades. Y no como la realidad, y sólo una realidad. La escritura tiene ese añadido: frente a ella cualquier objeto, cualquier posesión pierde su carácter de restricción. No hay realidad, como no hay razón restrictiva y unidimensional. Y es ese parecerse a la realidad, esa acción que hace cambiar a la realidad: lo que re-crea. Y es ese volver a hacer lo que nos interesa. Porque volver a ver, quiere decir volver a reunir, volver a juntar de otro modo. En una palabra: en relacionar. Con la música, con el arte, con la poesía, con lo que cada uno puede aportar desde el fondo mismo de lo que nos toca. Desde el fondo mismo en el que se nos va la vida. Es ese buscar lo que interesa en este taller: que consistirá en una exploración por los universos que habitualmente quedan fuera del registro de los medios. Un taller para saber contarlos. Un taller para poder desarrollarnos como cronistas de lo cotidiano, queriendo con el término de cronista romper con la rutina. Porque la rutina es terrible, porque la monotonía mata más que cualquier guerra.

Segundo punto: Todos somos noticia, aunque estemos lejos del poder.
El poder: se tiene para abusar de él: pero también se cuenta, se escribe con el fin de que cambie de manos. De que lo empleen otros. Porque finalmente es el poder, aquel que lo tiene, el que hace noticia y la hace describir a su acomodo. Los fuertes son los que hacen la historia: también la escriben. La hacen escribir. La pregunta sería: ¿de qué forma escribiendo dejaríamos de ser cómplices con el poder? Y no hablo únicamente del poder político. Hablo una vez más de la monotonía, de lo gris. ¿Cómo pintar al mundo, llenarlo de color?

Se pretende trabajar el color. Y es el tercer punto.
Aprender a ver distintos tipos de abordar las realidades que se encuentran por fuera del poder. De lo que nos dice lo que es la vida, de lo que nos dice es la única vía a seguir. ¿Cómo contar un color naranja, un color verde: uno violeta? ¿Cómo contarlo y transmitirlo a un público más amplio: y transmitir para persuadir. Para, una vez más, pintar al mundo. Cada participante desarrollará la descripción de uno de estos mundos. De estos colores: se abrirá la paleta para pintar un cuadro; para aprender a describir una realidad específica. Particular, específica, porque por algún lado hay que empezar. Uno de los puntos centrales sobre el que se quiere profundizar se centra en incluir la mirada subjetiva de quien escribe y de quienes protagonizan la historia que se cuenta. Por eso mismo el carácter personal de este propuesta. Emplear el pronombre propio es asumir responsabilidad: es ponerse en el centro del debate. Es ponerse de lleno: es rellenar con color al mundo. No me gustan las fórmulas de manual que nos dicen que el periodista, o aquel que ve las realidades que lo envuelven y circundan no debe sentir la información sino sólo transmitirla. Creo más en un proceso de comunicación, de compartir, de generar un espacio de diálogo con el público, y estoy convencido de que eso sólo se logra desde la honestidad y desde el desarrollo de escritos que
trabajan las sensaciones de las. De lo que está moda. De ahí mi insistencia de que nos olvidemos del mundo durante las horas que trabajemos en el taller.

De nuevo, y en breve:
lo que vemos y nos sorprende, lo que está donde no debería estar, las lógicas que están a nuestro alrededor sin que seamos del todo conscientes acerca de sus funcionamientos. Nos entusiasma sentarnos a escribir sobre nosotros y nuestro contexto, sin necesidad de pensar que noticia es lo excepcional, lo que le pasa a los otros. Todos somos noticia, porque somos parte de este mundo. Y todos somos posibles personajes ficcionales, personajes posibles para un ensayo, para una novela, para una crónica, porque cada uno genera acciones sobre los otros: como sobre sí mismos.Si la noticia periodística, si el ensayo, si todo aquello que escribimos respondiese únicamente a la tarea de informar, no tendría mayor interés. Es porque existe alguien detrás, pero también adelante, a los lados: es porque, pese a todo, seguimos siendo seres de carne y hueso, por lo que escribir es tan importante: es algo así como reunir lo mejor de nosotros para transmitirlo a alguien. Pero también lo malo…

La propuesta consiste en alentarlos a adentrarse en un modo singular de contar lo real que priorice tanto el acontecimiento como los contextos y las miradas del redactor. El equilibrio entre estos tonos, sumado a la apuesta por una escritura intensa, variada, polifónica, se convierten en laidentidad del taller que trabajará sobre temas que interesen, y que tampoco estén al alcance de la mano. Porque hace falta una buena labor de investigación. Y es intensa, porque no está mal, después de todo, tener la esperanza de cambiar al mundo. Lo siguiente sería: ¿qué es y qué clase de mundo es este?

A trabajar:
– Discutir este documento
– Luego: taller de fotografía. Lugares habitables e inhabitables.
– Cine-Foro: La Ola, Dir. Dennis Gansel
– Etc.

Viaje en Azul

Forma parte de una ciencia abstrusa, que no por ser extraña, densa, ilegible, deja de ser conocida. De molestar la cabeza que se agacha en cada esquina del mundo.

*

A veces oía miles de voces, pues Dios habla en muchas lenguas, que me susurraban cosas mientras yo yacía allí tumbado, totalmente solo. Todas las sensaciones de miedo, furia y desesperanza que eran mi alimento diario, como el pan, me abandonaban, y me sentía poderosísimo. Poderosísimo.
Me dijeron… Él me dijo cosas que yo sé que eran de un orden especial. De mí al principio. De otros luego.

Estoy tentado a creer que Nick Cave no existe. La figura, tal vez de cera, tal vez de leche, tal vez de cuajo y en medio de la cara… La figura de Nick Cave no existe, no se ha incorporado en un espacio al que algún notario le habrá dado nombre de cuerpo, y nosotros diremos luego que nació en Australia, que suele aparecer en películas, y que canta baladas repletas de puyas bíblicas.
Lo que conocemos o se conoce como Nick Cave es la suma de las máscaras, de los rostros, también de los fantasmas, que hablando siempre habla cada vez con voz distinta. A mi parecer Nick Cave es de aquellos que no quieren ser encasillados; aquel que no quieren ser llamado músico, guionista, o novelista. Quizá deberíamos llamarlo «el escapista»: aquel que se encuentra abandonando el mundo  para que en su retorno una vez nos preguntemos por lo que llamamos realidad: un señalamiento del dedo. Porque ¿qué es esa mano extendida que por una de sus extremidades señala algo que por mucho que nos esforcemos no lograremos alcanzar? Mundo: sí, claro. El ladrillo nuevamente: la primera piedra del edificio que nos tapa de todo, que nos protege siempre. Eso es lo que me ha gustado de «Y el Asno Vio al Ángel». ¿Qué es?… un momento.
Porque aquí, tras leer la novela, su novela: aquí lo que aparece es el recuerdo del nacimiento como algo imposible.  Como un sueño descarnado, pero un sueño que siendo soñado por un solo soñante señala a otro: un sueño del soñado. Un sueño para el que viene, un sueño para el que no ha estado, pero cuyo historia, cuyo porvenir comprende y conoce completamente.  Demos el siguiente paso: el recuerdo del nacimiento, como algo imposible.


En este momento tal expresión, tal retruécano para hablar de lo que viene y va, para aquello que no hace concordar el principio y con el final, el nacimiento, el nacer, es el grado íntimo de no estar, de no ser uno solo en el mundo. Muy sencillo: de estar rodeado, contaminado de las vidas y las muertes de muchos otros. Y es eso lo imposible: ese cansancio de ya haber muerto, de ya haber vivido otras vidas. Después, y después… y el nuevo nacer es el comentario de no morir y nacer del todo. El nacer es una media-tinta. Y quiero acentuar esta expresión, antes que decir simple y llanamente reencarnación. Porque aquí hay y existe algo distinto.

En cuanto al tiempo que estuve allí, enmudecido en la oscuridad del tabernáculo, es algo que no podría, en verdad, deciros, pero debe haber sido mucho tiempo, porque la imagen de su rostro comenzó a desvanecerse, a morir como una luna moribunda, hasta que apenas podría seguir viéndolo, y fue eso lo que finalmente quebró el hechizo, el agotamiento de las pilas de mi linterna. Eso, y la voz.
– ¿Acaso he retratado la santidad en lo humano, o quizá es que he mostrado que lo humano existe en la santidad?

Todo ello viene seguido y contribuye a un abandono del mundo de la siguiente forma: es la oscuridad la que me posibilita. Esta ignorancia me posibilita, abre mi futuro. El recuerdo de haber nacido es un recuerdo que en el momento de nacer se borra, aunque queda en forma de un no nacer, de una no venida: de un no volver a lo de siempre. Y sólo a mí, a este naciente que ya ha nacido: sólo a mí se debe que no me haya incorporado a mi propia vida hasta más tarde. Soy un llegado posterior a mi propio nacer reciente, y el ejercicio por el que me conozco, por el que afianzo mi confianza en la propiedad cognoscente que me hace conocer como yo mismo es  un ejercicio posterior: mi no-recuerdo de mi nacimiento es mi característica existencial. Todo ello viene: también se podría decir de la siguiente forma: todo ello es encerrado por el conocimiento mediante un cuidadoso y ciertamente ágil ejercicio de encerrar al mundo en un mecanismo de espejos.  Por lo que si uno se rompe, se parte, se astilla, existe el posible grado de una fisura: nos perdemos. Esta pérdida, y este perderse, me interesa. Me fascina.


Suena tan pesado, tan denso, tan lejano el propósito y el sentido de palabras claras.
Cada sujeto, cada quien, cualquiera, mira su propio venir sabiendo de antemano que la razón última de la caída en este mundo, en esta vida, sigue estando oscura. Oscura, se mire por donde se mire, se vaya donde se vaya: se camine, o se quede para siempre sentado. Así que este imposibilidad del nacimiento o, utilizando una forma contraria, está posibilidad de ir, de caminar, de avanzar, de «provenir» donde se pueda y se quiera, sabiendo de antemano que nada puede dar por sentado sigue siendo una tentativa sobre la negación y el acabar: justamente eso, del nacimiento. Y el extremo de la novela de Cave es la historia de un venir al mundo relatada como historia del Ser: del ser en general. Un ser radical, amorfo, oscuro, sangriento, maldito. En fin.
Papá soltó los ladrillos que tenía en las manos. Hicieron un ruido sordo y húmedo al chocar contra la tierra ensangrentada. Papá respiró, superficial y brevemente. Un gemido muy agudo se derramó de sus labios en una serie de estallidos cortos y extraños. En el puño derecho tenía una mata de pelo gris. Se quedó allí de pie, sin hacer nada, hasta que sus botas fueron dos islas a la deriva en un mar de vapor escarlata.
Hablo de Nick Cave como no siendo él mismo, como no siendo el que ha sido señalado desde el nacimiento: como aquél que ya no se pertenece a sí mismo. Pero en sus palabras, en el recuerdo, mejor, en el recuerdo de sus palabras, cuando el contenido vital de un Yo comienza a señalar a otras figuras dentro de una pequeña totalidad, y así sucesivamente… Cuando digo no está, cuando estoy tentado a creer que Nick Cave no existe, trato de apartarlo de su propio existir señalando lo que ha hecho.  Para que Yo mismo, pero no éste, no andrés: para que cualquiera despierte: levante la cabeza en cualquier calle. Ya no esquina.
Es un marcado metafísico. Suena tan pesado, tan denso, tan lejano…  Para terminar de una vez: leí la novela de Cave también por la simple curiosidad de saber qué pudo escribir. Y lo nuevo, mejor; lo renovado es el encontrar de nuevo el frágil límite que existe poesía, palabra, literatura y mística, mediante una jornada, mediante un tiempo lleno de venganza, salvación. Castigo.

Para seguir: Portnoy

No vale lamentarse y no es presentable hacerse el pequeño

Me gusta recibir cartas o, en este caso, correos, porque cuando me las mandan, cuando llegan a la bandeja de entrada estoy seguro que no voy a estar de acuerdo con lo que allí se dice. Me gusta la contradicción, juego en ella, me gusta la ambigüedad: porque es una respuesta satisfactoria que puede dar inicio a una clase de efímeras devociones. (Estar completamente errado por un momento es algo digno de alabarse.) Basándome en el hecho personal, pero no dilucidado previamente, de que no deseo interpretar ni transformar el mundo, sino abandonarlo, me atengo a lo siguiente: cuanto todos dicen Sí, y están prestos a no dejar que ninguno de el paso, ofrezca su brazo y profiera un No: sin embargo alguien diga No. Todo es magnífico, salvo para mí. Todo esto aumenta mi cinismo, como bien se diría. Y aumenta mi cinismo del modo en que pudiendo decir Sí, empleo el No. Da gusto formar un brote en este mundo temblante, y que ese brotecito sea algo tan sencillo como un No, incluso un No sé; un tal vez.
No quiero cambiar ni intrepretar al mundo, sino abandonarlo, y aquí está lo que quiere decir: porque quiero hacer un mundo a imagen y semejanza mía. (Esta idea no está en modo alguno finalizada.)

No quiero un mundo terminado, concluido, en sumario, porque no es tan cierto, dejemoles así… no es tan cierto…. que sólo se puede obrar sobre el presente. Toda ciencia histórica, y a esto me voy a atener… toda ciencia histórica, llámese literatura, cine, música, y tantas otras surgen del propósito de abandonar el presente para obrar sobre el pasado. Incluso las que nos hablan de lo que está delante nuestro, los retratos de sociedad, de familia, no son otra cosa que un previa formación por parte del escritor referida hacia un detalle del presente: sin una previa elaboración, sin un previo conocimiento nunca se llegaría a entender lo que está pasando. Y es eso por lo que puede reiteradamente volver a escribir el mismo detalle del presente. Uno no obra simplemente sobre el presente sin previamente reelaborar el pasado. El presente es el modo de mirar, y el modo de configurar: el pasado es el material. Así que uno no puede olvidar en el presente si previamente no ha obrado sobre el pasado. Y por eso el adiós de ahora es una sucesión de adioses anteriores. Cada adiós presente requiere un convecimiento de parte de adioses anteriores. Te equivocas,
te equivocas cuando pides justamente eso: los adioses son casi eternos, porque hay que traducirlos al menos a veintisiete idiomas, y cada repetición de adiós debe persuadir al anterior para que se despida. Te equivocas:
nuestro pasado nos pertenece, podemos cambiarlo si queremos.
Entonces ese cambiar, entonces ese convencimiento de adioses: entonces todas esas cadenas de persuasiones nos lleva situarnos en la EDICIÓN que podemos tener sobre el mundo para hacer del presente algo sobre lo cual, en última instancia, se obra. Es como decir: el presente es el punto inextenso, un punto que no puedo ver porque estoy sobre él, y es por eso que debo ir hacia el pasado para cambiarlo. No,
nunca se obra sobre el presente. No se olvida sin haber ya olvidado. Pues ese olvido, esa clase de olvido requiere siempre un olvido superior que siendo convencido por un olvido anterior tratándose de diferenciarse de él aceche una última verdad. Y hablo de edición. (Ideas previas, o parecidas, había sido presentadas en la entrada Ya Casi Te Olvido.)
Es esta una nueva búsqueda vital de formas de la verdad que empieza una vez nos deshacemos de esas pesadas cargas: cargas humanas…
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El titulo de esta entrada se refiere no exclusivamente, porque no me gusta mucho la imagen del dedo que señala: se conecata de alguna forma con una hipotética sinopsis, o crítica de la película Be Kind Rewind de Michel Gondry. La cual, pese a Jack Black, pude ver. Y ciertamente a Black se la paso: por esta vez.